Hay que pagar impuestos para poder reclamar
lunes, 18 de julio de 2022
En pocas semanas el país volverá a enfrascarse en un nuevo debate tributario que pone al descubierto un asunto crónico sin resolver porque siempre se deja a los políticos
Editorial
Colombia es un país sin madurez tributaria por el desorden en una discusión que debería ser dorsal para el desarrollo, el bienestar y lucha contra las precariedades. Es el menos competitivo en términos tributarios entre los casi 40 países que componen la Ocde y el de más bajo recaudo, muy a pesar de las inmensas necesidades de inversión social. Como casi todos los países del vecindario, aquí solo se sabe cobrar impuestos indirectos, los pagados por las personas por consumir o utilizar un servicio, que por lo general se pagan en los mismos porcentajes independientemente del estrato social o del poder adquisitivo. Los directos, si bien han aumentado con las últimas reformas tributarias, siguen siendo los más problemáticos y los políticamente incorrectos: son los que gravan patrimonio o renta de las personas, como el predial y el imporrenta. Lo peor es que el grueso de los impuestos directos recae sobre las empresas, que son las que generan el empleo para que las personas puedan pagar sus impuestos individuales.
El problema más gordo es que solo un puñado de colombianos, 5%, paga 95% de los impuestos, con la tragedia económica de que 65% de la economía no reporta sus ingresos a la Dian por ser informales. ¿Cómo se pueden exigir mejores carreteras, parques, acueductos, telecomunicaciones, clínicas, colegios y más subsidios, si 95 de cada 100 colombianos no contribuyen? Y hay un cliché que dice “yo no pago impuestos para que se los roben”, un mantra popular explicado en que la llamada brecha tributaria siga siendo muy alta sin que ningún presidente o Congreso hayan podido solucionarla. Se trata de la suma entre evasión y elusión. El típico comerciante que vende más barato sin factura o el profesional médico que solo recibe dinero en efectivo, sin olvidar al ganadero que no registra sus animales o pasa por alto la vacunación contra la aftosa para que no le cuenten su patrimonio. La elusión es más sofisticada, pedir la devolución del IVA de unas exportaciones que no existieron; mostrar en la declaración de renta pasivos inexistentes y el más común entre los comerciantes: cobrar IVA y no pasarlo al Estado o partir las ventas para no alcanzar los topes sugeridos por la Dian.
Lo primero que deberían hacer Petro, Ocampo y Reyes, el Presidente, el Ministro y el Director de impuestos, desde el próximo 7 de agosto, cuando empiecen a despachar, es lanzar una gran campaña de culturización tributaria, de sensibilización en el tema de impuestos. Todos los colombianos deberían aportar de acuerdo a sus ingresos para poder exigir, es más, debería haber más devolución de impuestos o cruzarlos con otros beneficios estatales como subsidios o los tristemente célebres días sin IVA.
Los gobernantes de Colombia están en deuda con el efecto distributivo del impuesto sobre la renta si se compara con países de la región. En la tributación corporativa hay enormes desigualdades sectoriales e incluso hay empresas multinacionales que disfrutan de los beneficios de las zonas francas para producir y vender localmente, han trasladado factorías a esta plazas para eludir sus compromisos tributarios. Ocampo es consciente de que “hay que fortalecer la tributación directa, aliviar la carga a las empresas y gravar ingresos por utilidades a las personas”, pero ante todo es un deber con el país simplificar el sistema eliminando tratamientos diferenciales que estimulan la desigualdad impositiva.