Editorial

Hay que pasar de la mitigación a la autoprotección

Los países han enfrentado el impacto del covid-19 de distintas formas, casi todos han pasado por la contención y luego la mitigación, ahora Colombia debe probar con la autoprotección

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Diario La República · Hay que pasar de la mitigación a la autoprotección

La estela de muerte que va dejando el covid-19 a su paso por los distintos países es diferente de un lugar a otro, muy a pesar de que las condiciones sociales, geográficas y económicas sean similares. Los estragos en España e Italia no se presentan en sus similares de Portugal o Grecia; ni las consecuencias que ha dejado el coronavirus en Francia son las mismas de Alemania; hay marcadas diferencias que tienen que ver con la “gerencia del problema” por parte de los gobernantes, y obviamente, por el acatamiento de sus ciudadanos a las normas y el grado de institucionalidad que se haya desarrollado. En América Latina las cosas no son tan distintas a lo que ocurre en Europa y no se puede comparar la tragedia de Ecuador con la asertividad de Chile, ni mucho menos con la responsable actuación de Colombia y Perú. Si miramos con detalle y comparamos prematuramente las acciones gubernamentales de los países, las fases han llegado distorsionadas. Desde enero el Gobierno colombiano tomó acciones de vigilancia, control y prevención; una vez se confirmó el primer caso positivo se arrancó en la siguiente fase: la contención, que consistía en concentrar esfuerzos para que la propagación del virus tuviera el menor impacto posible a los casos importados, es decir, las personas llegadas del exterior. La tercera fase tiene que ver con la mitigación que comienza cuando se dispara el número de personas contagiadas que adquirieron el virus en el país y sin contacto con los casos foráneos. Es en esta tercera fase en la que los sistemas sanitarios locales se ponen a prueba y su resultado será fruto del desarrollo del sector salud que ha alcanzado el país. Es en este nivel de contagios y muertes en el que los países subdesarrollados fracasan y llevan a la sociedad al caos, pues la situación sanitaria se mezcla gravemente con la angustia económica, el desempleo, la inseguridad y la protesta social, que, si bien en Colombia ha habido algunos brotes, las situación no se ha salido de lo previsto.

Así las cosas, la fase de mitigación debe ir conviviendo con una nueva etapa de “autoprotección empresarial” que se refiere a la puesta en marcha de la economía de manera concertada, escalonada e intermitente, antes de lograr el estado de normalidad anhelado. La autoprotección se entiende como poner de su parte para evitar contagiarse y contagiar, para que los públicos externos de las empresas, comunidades, clientes, proveedores y redes sociales recobren la confianza y restablezcan una relación comercial. Un país como Colombia lleno de necesidades de inversión social, una economía de unos US$300.000 millones en su PIB y con un escaso ingreso per cápita de US$5.500, no puede darse el lujo de estar frenada, parada, muy a pesar de que la amenaza del coronavirus sigue latente. Por tanto, las empresas deben pasar a la etapa de garantizarles a sus trabajadores, a sus clientes y proveedores su seguridad con controles sanitarios, revisiones exhaustivas y ante todo con pruebas permanentes para poder convivir con este virus que tardará mucho en difuminarse en el ambiente, tal como ha sucedido en otros momentos de la historia. Ojalá venga una vacuna pronto a Colombia, cosa que puede tardar varios meses más, pero mientras tanto la economía debe empezar a engranar de nuevo con mayor responsabilidad, pues no nos sorprenda que tengamos que convivir con esto varios años más.

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