Editorial

Isagen o el dilema de cambiar un activo por otro

<p>Nadie entiende por qué no se encuentran interesados por Isagen, máxime cuando los últimos gobiernos han querido vender la empresa mixta</p><p>&nbsp;</p>

El Estado colombiano a través de sus dos últimos gobiernos de turno ha intentado enajenar las acciones que tiene en la empresa generadora de energía, Isagen, y no lo ha conseguido, levantando una polvareda en una decisión de política pública que está tomada desde hace varias décadas, justo desde cuando el exministro de Minas, Jorge Eduardo Cock, la puso andar en los años del postapagón. Pero para llamar más a fondo la atención sobre el asunto debemos decir que el segundo mayor accionista de la empresa, que es EPM, también ha hecho saber su interés por salir de dicha firma mixta, que cotiza en la Bolsa de Valores de Colombia sin mayor protagonismo en términos de bursatilidad. A esta situación, en la que los mayores accionistas quieren salirse de la compañía, se suma que solo hay un inversionista global del sector que está interesado en comprarle al Gobierno Nacional, no solo la participación en la empresa generadora, sino el control de la misma que le permitiría crecer en el mercado interno y regional.

Si es la joya de la corona como algunos opositores al Gobierno Nacional plantean, ¿por qué no le sale un buen novio? Hemos acompañado a los dos últimos gobiernos (Uribe y Santos) en su intención de vender esas acciones porque creemos que ese cambio de un activo por otro es una decisión acertada en términos de necesidades nacionales. Otro punto importante es que Isagen no es la primera generadora de energía en el país, ocupa el tercer lugar con 16,5% de participación en el mercado; y  mucho menos es un activo productivo que lo pueden desmontar y llevárselo a otra frontera. Hay muchas mentiras y verdades a medias que flotan al calor de la enajenación y que le han hecho mucho daño a la empresa y al mismo Ministerio de Hacienda que lidera la venta. Una de ellas es que el dinero obtenido (ojalá a un cambio por encima de los $3.000 por dólar) se irá directo a un fondo (Financiera de Desarrollo Nacional, FDN) ya constituido como entidad de fomento para desarrollar la infraestructura del país, no será para tapar el hueco fiscal que también genera preocupación. Bien dicen en teoría de estudios políticos que los extremos se juntan, y hoy los pensamientos de extrema derecha y de extrema izquierda, cierran filas en contra de la necesaria privatización. Los primeros por natural contraposición y los segundos por doctrina, pero están unidos en contra de una decisión que se tomó desde que Isagen nació en tiempos de César Gaviria para conjurar la amenaza de los apagones.

Isagen está vendida, es solo cuestión de tiempo. Es un activo valioso que debe ser cambiado por otro más valioso que beneficie a más colombianos, como es ser más competitivos en infraestructura. Y por pura radicalización y sectarismo no podemos seguir condenando al país a tener malas vías porque no contamos con los recursos para construir.