¡Jamás un efecto dominó en las industrias!
sábado, 27 de abril de 2024
La política industrial del Gobierno está aún en el partidor, nada se ha hecho, la capacidad instalada de las empresas está en los mismos niveles de la ejecución presupuestal: ¡a 9%!
Editorial
Hasta comienzo de los años 90, en Colombia solo se conseguían tres marcas de carros: Renault, Mazda y Chevrolet, las tres se ensamblaban en distintas plantas industriales ubicadas en Bogotá, Cali y Medellín. Con la llegada de la necesaria apertura e internacionalización de la economía, en el mercado local aterrizaron docenas de marcas de carros, gracias a que se redujeron los aranceles de importación y a convenios comerciales con más países. En pocos años, y firmados una docena de tratados comerciales, la industria automotriz colombiana de ensamblaje decayó al ritmo de la nueva competencia globalizada que producía unos 90 millones de automóviles en todo el mundo; hace 12 años cerró CCA, que fabricaba Mazda, dejando que GM Colmotores y Renault Sofasa compitieran en un mercado traumatizado por el bajo crecimiento económico, el costo de los combustibles, la ausencia de vías, la explosión en las ventas de motos, las altas tasas de interés y la transición hacia los vehículos eléctricos, que pasan por la bisagra de los llamados híbridos. Visto desde el consumidor, las cosas mejoraron, los precios cayeron y se llegó a vender casi 300.000 carros de un potencial de 500.000 anuales. Pero eso nunca se sostuvo y el año pasado solo se vendieron 180.000 carros y cada mes de este 2024 se rompe el récord de pocas ventas: casi 15.000 unidades, lo que no soporta ensambladoras, que necesitan cerca de un millón de carros al año para poder existir. Aunque la razón de peso es la saturación de carros del sudoeste asiático: indios, chinos y coreanos, quienes usan buques, fábricas, mano de obra barata y economías de escala, que no tienen competencia, ni siquiera en Estados Unidos, Europa, México o Brasil. El negocio de los carros cambió para siempre y los países emergentes de bajo poder adquisitivo no pintarán nada en el reacomodo geopolítico de esta industria. El último episodio, cierre de la ensambladora de GM Colmotores en Bogotá, está circunscrito en esta realidad global, pero puede desencadenar una serie de sucesos industriales ligados a la baja capacidad instalada de las empresas y a la poca ejecución presupuestal del Gobierno Nacional, hacia un estado de gran preocupación, máxime cuando la Presidencia de la República ha hablado insistentemente de sus políticas de reindustrialización del país, que aún no ha comenzado. La capacidad instalada y la ejecución están en menos de un dígito, 9%, una cifra que es elocuente sobre lo que le puede pasar al crecimiento económico para 2024. Nunca hubo un plan económico contracíclico de parte del Gobierno. Jamás será una buena noticia el cierre de una planta que genera empleos, paga impuestos y exporta productos. Nada más triste que el desmonte de una ensambladora de carros o de cualquier otro producto de consumo masivo; algo se pudo hacer en el sector, faltaron ideas para que esto no pasara o no suceda de nuevo con una gran empresa o un emprendimiento naciente. Se debe parar un efecto dominó en el cese de industrias, porque allí está el trabajo formal y el desarrollo de mercados. El Gobierno Nacional debe tomar nota de que el ambiente empresarial no es el mejor y que insistir en la dañina reforma laboral es generar ese efecto dominó, el cual tácitamente está allí, esperando a que se asfixien las fábricas.