Editorial

La Alianza del Pacífico, sin discusiones

Colombia no tiene una política de Estado en favor del desarrollo del Pacífico y no hay un acuerdo entre los candidatos en este sentido.

Editorial

Algo en común tienen los países catalogados como milagrosos económicos de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Casi todos tienen costas sobre la cuenca del Pacífico, lugar que se ha convertido en el motor del crecimiento económico desde los años ochenta, cuando los “tigres asiáticos” emergieron con fuerza propia y empezaron a demostrarle al mundo que sí se podía alcanzar el desarrollo a partir de la industrialización.

Taiwán, Corea del Sur, Malasia y Singapur le copiaron el manual de éxito del Japón de la posguerra, y, poco a poco, labraron el modelo que hoy los ha convertido en fábricas del mundo desarrollado. Computadores, celulares, automóviles, motocicletas, energía solar, microchips, farmacéutica, vacunas y hasta la novísima medicina en línea, tienen su epicentro en algún punto sobre la cuenca del Pacífico, lugar que congrega 32% de la superficie; 40% de la población y 55% del PIB. Sin duda, la economía del futuro tiene que ver con esta región.

Conscientes de esta situación, México, Chile, Perú y Colombia lanzaron hace algunos años una iniciativa económica y de desarrollo, conocida como Alianza del Pacífico, que va más allá de un simple tratado de libre comercio y busca articular políticas, economía, cooperación e integración para impulsar la competitividad de los países de este bloque, para avanzar en libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Todo un sueño que ha tenido varios nombres, pero que se ha visto frustrado por los diferentes modelos económicos de los países que han sufrido giros políticos a la izquierda, dictaduras o populismo. Por ahora, Chile, Colombia, México y Perú tienen una estructura institucional democrática que brinda condiciones favorables para la inversión. El PIB de los países de la Alianza alcanza 39% de América Latina y el Caribe; 50% del comercio exterior de la región y 44% del total de flujos de Inversión Extranjera Directa.

A los ojos del mundo esta es una manera de que América Latina se inserte en la cuenca del Pacífica y sea un jugador importante en el comercio internacional. De los cuatro países miembros del bloque, el más lento en los procesos de integración es Colombia por varias razones. La primera es que no cuenta con un puerto moderno sobre el Pacífico que ofrezca soluciones logísticas eficientes para la demanda mundial y sea un puente de entrada o salida de bienes y servicios locales. Buenaventura no alcanza a la más mínima comparación con Valparaíso en Chile o Callao en Perú. Lo segundo es que no hay una política de Estado que obligue a los gobernantes de turno en Colombia mirar al Pacífico; aún se siguen haciendo foros económicos sobre Buenaventura en Cartagena o Miami; y lo tercero y más importante es la advertencia que lanzó la firma calificadora Moody’s al dejar la misma nota, pero con tendencia negativa, todo porque la contienda política no ofrece garantías de mantener un modelo económico enfocado a la libre competencia, al mercado abierto, a la seguridad jurídica y al fortalecimiento de la empresa, motores de una sociedad con mayor bienestar.

La reunión entre Santos y Kuczinsky no debe ser un acto que los candidatos a la Casa de Nariño vean en la distancia, debe ser un mensaje de compromiso de Colombia con el desarrollo de la Alianza del Pacífico como fórmula de entrada verdaderamente a la cuenca del Pacífico.

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