Editorial

La anhelada reforma estructural

Ojalá el ministro Echeverry redondee su buena gestión articulando la necesaria reforma tributaria estructural.

La semana que termina fue buena para el ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry y para el director de la Dian, Juan Ricardo Ortega, sin duda los dos funcionarios de la administración Santos mejor calificados por los empresarios y nombres casi sinónimos del buen momento por el que atraviesa la economía colombiana, no solo en materia de recaudos históricos, sino por todas las cifras macroeconómicas. Nos alegra que la Corte Constitucional considerara que la sospechosa publicación extemporánea en el Diario Oficial de la ley que aprobó la pasada Reforma Tributaria no constituye una ilegalidad en el trámite, razón por la cual la Ley 1430 de 2010 se mantiene, tal y como se había configurado por los técnicos del Ministerio de Hacienda. Recordemos que un grupo de abogados que representaban algunos intereses empresariales impusieron una demanda que pretendía tumbar la ley porque la reforma regía para el año posterior a la publicación en el Diario Oficial y el trámite se surtió el 4 de enero de 2011, cuando debió hacerse el 31 de diciembre de 2010. Sin duda alguna, una ligera `leguleyada` ponía en peligro una buena parte del recaudo de esa vigencia, cercana a los $7 billones.El mismo ministro Echeverry denunció, en su momento, que intereses oscuros al interior de la logística de la Imprenta Nacional habían recibido dinero para asegurar que la ley fuera publicada de manera extemporánea y sobre ese hecho plantear las demandas que llegaron a los tribunales; una denuncia que pasó desapercibida, pero que en buena hora el alto tribunal le dio la razón a Hacienda. Pasado ese episodio con buenos dividendos para el Ministerio le queda la tarea de confeccionar la anhelada reforma tributaria estructural que tanto necesita el país económico.Nuestra historia tributaria está marcada por una iniciativa tributaria cada 25 o 30 meses, una situación que ha construido una verdadera `colcha de retazos` de difícil aplicación por parte las autoridades y de difícil comprensión por los inversionistas extranjeros especialmente. El anhelo de los empresarios y de los técnicos de impuestos es elaborar de una vez por todas una reforma tributaria estructural que integre sistemas de información, cruce bases de datos y actualice formatos, de tal manera que esa tarea se refleje en la mal calificada competitividad del país en materia tributaria. El ministro Echeverry y el director Ortega están trabajando por estas semanas en la nueva reforma tributaria, que ojalá logre redondear su buena labor en la cartera de Hacienda y en la oficina de impuestos. Lo primero que deben hacer es cerrarle la puerta a lobistas y congresistas que representan intereses particulares.