Editorial

La ‘armada empresarial chilena’

Con la compra de Carrefour se crece de manera importante la presencia de inversionistas chilenos. ¿Bueno o malo?

Con la compra de Carrefour se crece de manera importante la presencia de inversionistas chilenos. ¿Bueno o malo?

La economía chilena pasó hace una década de ser un milagro económico a ser un hecho concreto de éxito inobjetable en los negocios y el desarrollo social. Las cifras hablan por sí solas: crecimiento anual del PIB de 6,7% entre 1990 y 1999; tasa de inversión de 27,9%; inflación de 10% promedio anual en los 90, versus 19,7% en los ochenta. Para los años 2000 la cifra fue 2,5% en promedio. El desempleo registrado no pasó de 6,3%, versus 18% en los años ochenta, y lo más impactante, un aumento en el índice de sueldos y salarios reales de 3,9%, anual versus una disminución de -0,7% en los ochenta.

Y estas cifras logradas por una política económica bien llevada y de concertación entre los partidos políticos, han hecho que Chile se convierta no solo en un modelo económico digno de imitar en la región, sino en el mayor inversionista en Colombia y Perú en los años 2000. Las inversiones de los empresarios chilenos en estos dos países andinos son millonarias, solo en el nuestro superan los US$7.000 millones en los dos últimos años. Una cifra que podría duplicarse en los próximos lustros si nos atenemos a que el negocio del retail -que es en el que ellos se han desarrollado- se basa en proveedores de confianza y los cuales son originarios de su país o de China, uno de los aliados comerciales más importantes del país austral.

La armada chilena está integrada por compañías como Sodimac, Easy, Falabella, La Polar, Inversiones Arauco, Colmédica, Golden Group, LAN, Maritrans, Loginsa, Corpgroup y Vidagas, entre otras. Los chilenos tienen un gran mercado en Colombia, cuentan con un país en pleno crecimiento y estratégicamente bien ubicado. Sus primeros inversionistas llegaron a la industria de cerámica y se han difuminado por todos los sectores económicos como, alimentos, comercio, banca, silvicultura, transporte y combustibles entre otros. Colombia es un país que brinda seguridad jurídica a las inversiones responsables socialmente y espera que esos empresarios que crecen de manera orgánica o quienes se desarrollan comprando porciones de mercado, se sientan en su casa, hagan empresa, generen empleos, paguen impuestos, y lo que es superior, tengan en cuenta el recurso humano nacional.

Todas las inversiones son bienvenidas, pero debe haber responsabilidad social inherente a esa gestión financiera. Con otros empresarios hemos tenido la experiencias de ‘temporeros’, que traen capitales cuando son boyantes, pero se lo llevan cuando las cosas en sus países no salen como esperaban. Ojalá los empresarios chilenos no solo se queden en la etapa de cambios de marcas y compra de empresas europeas en quiebra; ojalá lleguen para construir país, para llevar sus compañías a las ciudades intermedias, para generar bienestar y empleos formales.