Editorial

La auténtica paradoja del fútbol femenino

El fútbol vive una época de cambio de la mano de la incursión de las mujeres en el deporte más masivo del mundo, y el drama español es solo una muestra de que todo debe cambiar

Editorial

Este 2023 pasará a la historia como el año de quiebre del fútbol mundial por varias situaciones que se están presentando: el tremendo éxito del Mundial de Fútbol Femenino realizado en Australia; el fichaje de Lionel Messi por la liga estadounidense y lo propio de Cristiano Ronaldo por Arabia Saudita, los dos ídolos del momento que arrastran audiencias con sus marcas; los 80 que se preparan para el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá en 2026, y la tentación de que las novísimas plataformas de streaming pujen por transmitir en tiempo real.

No es un cisne negro, pero seguramente en pocos años algún club profesional pondrá en su nómina a una mujer abriéndoles paso a los equipos mixtos, pues la presión de las audiencias así lo exigirán, pero el verdadero tornado de cambios se está dando, paradójicamente, en España, flamante campeón del evento femenino y la gran polémica por el machismo del máximo dirigente, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, quien se sobrepasó con una de las jugadoras y se ha aferrado al cargo a conciencia de que ha incurrido en una falta muy grave en el cumplimiento de la ley del deporte en un evento de talla mundial.

Quizá la cultura de “chulería” les ha impedido a los directivos darse cuenta de que el fútbol atraviesa una auténtica época de cambio y que justamente el comportamiento machista de Rubiales hace parte de lo que hay que sepultar en todos los rincones del mundo; la presión es de tal magnitud que los patrocinadores del seleccionado español, como Iberia, ha pedido “medidas oportunas y pertinentes que haya que tomar para preservar los derechos y la dignidad de las y los deportistas”.

Ya se veía en las transmisiones mediáticas del Mundial australiano que es un deporte capturado por personajes de otra época que no han entendido su papel en el deporte más global y que la escena protagonizada por Rubiales es la simple materialización de los comentarios fuera de lugar de los locutores colombianos, por ejemplo.

La cosificación de las mujeres, la sexualización de los comentarios, la ridiculización de las jugadas, fueron el plato a servir en las transmisiones en redes sociales, la radio y la televisión. El fútbol español es muy fuerte, tradicional y conservador, su éxito se demuestra en ser campeones mundiales con sus hombres en Sudáfrica y ahora con el equipo femenino en Australia, pero están ante el episodio más importante y bochornoso de su historia deportiva y es darse cuenta de que el abusivo “beso robado” les destiñó la celebración del campeonato. Es la mejor muestra de que todo está cambiando, que deben estar a la altura y que deben darse cuenta de ello.

A Colombia le fue muy bien en el certamen y el fútbol femenino ha emprendido un camino muy exitoso en el país y, seguramente, si la Selección Nacional hubiese ganado y a algún directivo criollo se le hubiera ocurrido actuar como el español de marras, no habría durado una semana en el cargo.

El mundo de hoy es distinto y la equidad de género debe ser cultural en todos los países, periodistas, directivos, patrocinadores y aficionados, deben alinearse o retirarse para que ninguno de esos viejos comportamientos prospere. Descabezar al alto dirigente del fútbol español es lo mejor para no frenar los cambios sociales y entender que en el deporte más machista las cosas deben cambiar.

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