Editorial

La brecha en la calidad de la educación

El reto más grande del Gobierno tiene que ver con mejorar la calidad de la educación y para ese logro debe empezar por preocuparse por las regiones

Editorial

Las cifras son elocuentes cuando se mira el estado de la educación en Colombia: el grueso de las mejores universidades funcionan en Bogotá, lo mismo sucede cuando se elaboran los listados de los colegios de secundaria; situación que se refuerza con el mapa del origen del lugar en donde estudiaron quienes ocupan altos cargos de dirigencia, como los ministerios y los viceministerios; eso sin contar a los gerentes y presidentes de las grandes empresas colombianas, que no son la excepción de la regla. Si un padre de familia de cualquier rincón urbano o rural de Colombia -sin tener en cuenta los costos- quisiera darle la mejor educación a sus hijos, no tiene que buscar mucho, pues solo estudiar en un colegio privado en Bogotá, le daría resultados que espera. No quiere plantear la anterior hipótesis, que en otras ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla o Bucaramanga, no haya buenos colegios o universidades, el problema es que no existen en la misma proporción de Bogotá; es decir la oferta es más escasa, muy a pesar de que sumadas las poblaciones de las grandes áreas metropolitanas capitales superan los casi 10 millones que tiene el Distrito Capital.

El caso de la universidades es el más elocuente, pues entre las 20 primeras hay 9 que funcionan en Bogotá, mientras que las otras se dividen en las regiones. El drama aumenta para los colegios de secundaria en donde de los 10 primeros solo hay dos por fuera de la capital. El país no ha enfrentado la brecha de la calidad de la educación secundaria y universitaria ocasionando una centralismo pernicioso para las regiones en el largo plazo, pues todos los buenos estudiantes terminarán en la capital, desinsentivando el desarrollo de recurso humano de excelente calidad en otras ciudades y poblaciones. Romper con la brecha de la calidad de la educación tiene que ver mucho con las políticas públicas que adopte el Gobierno Nacional y el proyecto de construir calidad en el largo plazo.

Todo arranca por los colegios públicos cuyo panorama es más preocupante, pues el primer plantel de secundaria listado entre los mejores aparece de casi 12 y poco a poco van apareciendo en los últimos lugares. De los 13.423 colegios de secundaria que funcionan en el país, 9.344 públicos y 4.079 privados, la partida la ganan por mayoría los privados. Los últimos datos de Sapiens muestran que solo 0,5% de las instituciones públicas se destacan por “el filtro y requisito de rigor para que clasifiquen los colegios es que tengan categoría A+ según el Icfes en los dos años consecutivos anteriores a la publicación de resultados (...) En otras palabras, son contadas con los dedos de las manos las instituciones públicas a las que el Icfes destaca con A+, y muchas menos las que lo hacen por dos años consecutivos. Esto, por supuesto, es una alerta para todos en el país”. Estos malos resultados tienen que ver con “el rendimiento generado por los modelos académicos aplicados en la inmensa mayoría de colegios oficiales o públicos están muy por debajo, en términos de calidad, de la de los privados”.

Ni hay desarrollo económico ni crecimiento del PIB a largo plazo si no se mejora la calidad de la educación, tanto secundaria como universitaria, un problema que no da espera en Colombia y que un gobierno entrante como el de Iván Duque debe darle absoluta prioridad si queremos avanzar como sociedad.

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