La CAF es una oportunidad colombiana
miércoles, 7 de julio de 2021
La Corporación andina de Fomento es el banco de desarrollo para la región y ahora será dirigido por Sergio Díaz-Granados, lo que obliga a dejar una impronta nacional
LR
El exministro colombiano, Sergio Díaz-Granados, fue elegido por consenso como nuevo presidente del banco de desarrollo de América Latina, CAF, otrora la Corporación Andina de Fomento, tras obtener 17 de los 19 votos. El abogado samario de la Universidad Externado estará en la entidad hasta 2026 en medio de una gran cantidad de retos al interior del banco y en los roles como institución multilateral, que ha tenido un bajo perfil y había sido relegada su influencia en la región por el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que juegan en el mismo escenario y que son entidades fundamentales, no solo para la recuperación post-pandemia, sino para enfrentar los coletazos de la abultada deuda externa que empieza a agobiar los presupuestos de la próxima década en casi todos los países de la región.
Colombia, a través de Luis Alberto Moreno, presidió por más de una década el BID con buenos resultados; el expresidente César Gaviria fue secretario general de la OEA, un par de hecho históricos que bien vale la pena recordarlos. Juan Carlos Salazar será el nuevo secretario general de la Organización de Aviación Civil Internacional, Oaci, la entidad rectora del tráfico aéreo global, quizá el cargo más importante que un colombiano ha accedido en toda la historia. A ese puñado se suma ahora el exministro Díaz-Granados como director general de la CAF, entidad de bajo perfil con sede política en Caracas y capturada desde hace varios años por países como Bolivia, Perú y Argentina. El colombiano recoge el banco de desarrollo totalmente desarticulado, repleto de intereses políticos de argentinos, bolivianos, peruanos y venezolanos que habían convertido la entidad en su “caja menor”, con denuncias laborales e investigaciones de pagos de abogados para dilatar extradiciones de funcionarios a sus países.
Toda una caja de Pandora la que tendrá que destapar Díaz-Granados, lo que no deja de ser un reto importante para él y para Colombia, que ahora tiene la misión de recomponer la entidad, quitarle los sesgos políticos y trabajar para la región. Y así se planteó la campaña, que obtuvo casi un consenso, y que le va a garantizar gobernabilidad. La CAF debe enfocarse en modernizarse en sus productos de desarrollo para la región; debe entrar las nuevas tecnologías como la etapa superior de la infraestructura. Claro está que todos los países necesitan más carreteras, puertos, puentes y distritos de riego, que la CAF debe financiar, pero debe entrar en la cuarta revolución industrial y ayudar a que la región se instale en la nueva economía. Por supuesto, debe ser un eje dinamizador de las multilatinas, ayudar a que se desarrollen fondos de cofinanciación para derrotar la precariedad de las distintas regiones latinoamericanas. La CAF que ayuden los colombianos a desarrollar en esta nueva etapa debe ser más parecida al Banco Central Europeo que al BID; para lograrlo debe afinar la gobernanza, los consensos y no tener palos en la rueda que dilaten la gestión.
La CAF de Díaz-Granados es una oportunidad colombiana para relanzar la entidad e incrustarla en el futuro. Colombia con ese nombre no solo pone en juego su prestigio como líder en la región, sino que es una manera de consolidarse como la cuarta economía y aspirar a construir más bloques como la Alianza del Pacífico y consolidar Mercosur. Todo un reto por delante.