Editorial

La Colombia mezquina del fin del conflicto

<p>Es un hecho indebatible que el país funcionará mejor cuando el conflicto de 60 años haya llegado a su fin. Adiós a las excusas.</p>

Poco a poco se empieza a ver una luz al final del túnel en el largo proceso de negociaciones de La Habana que emprendió el Gobierno Nacional hace un par de años contra viento y marea de muchos formadores de la opinión pública. Ha sido un camino lleno de espinas, de palos en la rueda, de intrigas, de politiquería, en donde afloraron abiertamente posiciones guerristas otrora clandestinas que quedaron al descubierto durante la última campaña al Congreso y a la Presidencia. Si algo ha dejado bien claro este proceso que se ha ido construyendo -y que ojalá llegue a buen puerto para bien de los colombianos más jóvenes- es que hay muchos nacionales que anteponen sus intereses negociantes, politiqueros y de venganza personal, al de la inmensa mayoría de colombianos que quieren un país en paz, en pacificación constante y enfocado en el desarrollo y el bienestar.

La historia del mundo está llena de episodios en donde es la decisión personal de un Presidente la que cambia el rumbo de un país para el bien de sus ciudadanos. El 12 de septiembre de 1962, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, dijo en la Universidad Rice, en plena Guerra Fría con la Unión Soviética, que el hombre llegaría a la Luna en menos de 10 años en un discurso histórico de esos que erizan por su decisión política. Sus palabras marcaron el inicio de la carrera espacial estadounidense con un partidor inolvidable: “elegimos ir a la luna. No porque sea fácil, sino porque es difícil”. El Presidente renunció a caminos fáciles y optó por lo difícil pasando por encima de quienes creían que Estados Unidos sería gregario o seguidor en la conquista del espacio. Puede parecer ridícula la comparación cuando se mira con ojos mezquinos, pero para los colombianos alcanzar la paz con las guerrillas después de seis décadas es un verdadero viaje a la luna, en un país donde no solo hay ‘hombres de industria bélica’, sino políticos que se han hecho elegir con cuentos guerristas que en una momento de la historia dieron muchos dividendos electorales y económicos.

Está demostrado que una Colombia en paz crecerá más en lo económico, que se destinarán más recursos, que antes iban al conflicto, a la inversión social o la infraestructura y que el país tendrá inversiones y posibilidades de hacer empresa , tal como una vez ocurrió hace muchas décadas. Hay una Colombia mezquina en estos tiempos de esperanza de que el conflicto llegue a su final. Es difícil decirlo, pero se ha vuelto peligroso rodear los diálogos de paz, por las mismas reacciones violentas que esto genera. Tenemos una oportunidad inigualable de cerrar un capítulo con la guerrilla y empezar a construir la Colombia segura, con más oportunidades para todos. Vale la pena apostar por el feliz cierre de los diálogos de La Habana, un hecho que ciertamente sería disruptivo.