Editorial

La creciente violencia ahuyenta los negocios

No se puede ocultar que el flagelo de la violencia resucitó en todo el país y que esa ola de muerte e inseguridad se convierte en el peor enemigo para crecer la economía

Editorial

Para nadie es un secreto que el conflicto armado en Colombia ha recrudecido y que hay un aumento elocuente en los indicadores de violencia en casi todas las regiones, pero con especial brillo en el suroccidente con epicentro en los municipios aledaños a la costa del Pacífico. Una realidad que de nuevo obliga a medir la relación negativa de la situación con el crecimiento económico, la disminución del ingreso per cápita y el aplazamiento o cancelación de inversiones en los lugares más afectados por los asesinatos, secuestros y extorsión.

El último informe de la ONG mexicana, Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, una organización que estudia la problemática de las 50 ciudades más violentas del mundo, concluye que Cali, Buenaventura, Palmira y Cúcuta están entre los lugares en los que nadie quiere estar por la violencia creciente. Dicen los autores de la investigación, que incluye las 50 urbes de 300.000 habitantes con las tasas de homicidio más elevadas del mundo para llamar la atención sobre la violencia en América Latina, que su objetivo es “que los gobernantes se vean presionados a cumplir con su deber de proteger a los gobernados, de garantizar su derecho a la seguridad pública. Lo que buscamos también es que nadie, ni gobernantes ni gobernados de un país o jurisdicción subnacional, quieran que su ciudad o ciudades figuren en este ranking y que si su urbe o sus urbes ya están, hagan el máximo esfuerzo para que salgan lo antes posible”.

InSight Crime, un centro de pensamiento y medio de comunicación sin ánimo de lucro que combina periodismo con academia, analiza los datos que la ONG mexicana viene publicando desde 2013 y plantea que el hecho de que Buenaventura, Cali y Palmira, todas ubicadas en el Valle del Cauca, estén en la lista es un llamado de atención para las autoridades locales, regionales y nacionales de que la región es estratégica para las economías criminales, pues bordea la costa Pacífica y se une al Cauca, importante productor de coca. “Buenaventura es un punto de salida sobre las rutas de tráfico hacia Asia, Estados Unidos, Centroamérica y Suramérica, por lo que es escenario de constantes disputas criminales. Dos personas son asesinadas cada tres días por casos relacionados a la extorsión, el robo y otras economías criminales”.

En cuanto a Cali, “la ciudad incrementó 13% su tasa de homicidios en 2021. Casi 80% de las pandillas están concentradas en solo seis barrios y en cinco de ellos crecieron los asesinatos de manera exponencial. Palmira es considerada la tercera ciudad más violenta y la 34 en el mundo. “Allí se ubica el aeropuerto Bonilla Aragón, el más importante del suroccidente. Las autoridades aseguran que salen aviones cargados con drogas y oro de procedencia ilegal. También se ha reportado que llegan armas estadounidenses destinadas a Buenaventura”. Todo un polvorín que debe apagarse con fuerte presencia estatal que evite caer en el caos total y que condene al Pacífico a ser manejado por criminales. El narcotráfico no puede dominar la economía formal en el suroccidente colombiano y su accionar tampoco debe ahuyentar las inversiones empresariales. Tal como se hizo a finales de los años 90, el Estado debe enfrentar con mano dura la caótica situación y garantizar a las personas seguridad y bienestar para no regresar a la calificación de Estado fallido. Los candidatos deben empezar a dar soluciones, no seguir haciendo diagnósticos.

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