Editorial

La economía baila al ritmo de café y petróleo

El barril de petróleo promedia los US$85, mientras que la libra de café se sostiene en unos US$3, buenas cifras para un año que muestra grandes desafíos en consolidación

Editorial

No nos llamemos a engaños: la economía colombiana, al menos durante los próximos cinco o seis años, no cambiará su vocación exportadora, y café más petróleo seguirán siendo los primeros productos de exportación al menos por una década más.

Es cierto que el mundo energético camina hacia una reconversión del uso de hidrocarburos y demás fósiles para enfocarse en combustibles mucho más limpios, renovables y amigables con las comunidades y el ambiente, pero en países emergentes las cosas van a paso de tortuga por carencia de recursos para implementar o financiar la transición energética y no se pueden sacrificar riquezas minerales actuales que están condenadas a desaparecer en pocas décadas.

Cada vez más industrias se desmontan del petróleo, pero seguirá siendo un combustible marginal de altos precios en sectores costosos, lo que no obliga a Colombia a decirle no al oro negro, máxime cuando los retos de bienestar y desarrollo se financian con crudo. Incluso, el mismo café ha sido atacado en diferentes momentos políticos al ser calificado como “monocultivo” nocivo, sin observar los grandes beneficios sociales que le lleva a las regiones agrícolas en términos de seguridad, bienestar y desarrollo; mucho de lo cual ha sido construido durante décadas por una suerte de “para-Estado” llamado Federación Nacional de Cafeteros presente en casi todos los departamentos y que ha suplido las falencias o ausencias estatales. Así las cosas, los buenos momentos que viven hoy los precios internacionales del café y el petróleo son para cuidarlos, reinvertirlos y hacer saltar estas actividades en beneficio de todo el país. Ojalá la industria extractiva del petróleo logre que el recobro de pozos se agilice y pueda sacar más crudo a mejores precios, pues es una industria amenazada que hoy está pagando muy bien el combustible producido.

No existe ninguna razón para que el país económico sea vergonzante de su explotación petrolera y rentabilice los dividendos que de allí se extraen. Es urgente que las autoridades petroleras apuren sus licencias, normas y decretos y le permitan al sector competir mucho mejor con hidrocarburos de la región.

Pobre Venezuela que siendo uno de los países con mayores reservas petroleras y gasíferas, está sumido en la inoperancia de un modelo económico nefasto, justo en el momento en el que más necesita de nuevas inversiones y tecnologías de punta que le permitan extraer riqueza para sacar a sus connacionales de la extrema pobreza que los obliga a deambular por las carreteras de América Latina. No nos puede pasar en Colombia que el discurso político antiextractivista suspenda la explotación del crudo y tilde el café de monocultivo y condene a más generaciones a la pobreza absoluta. Por el contrario, los candidatos a la presidencia deben articular mejores propuestas económicas para que seamos más competitivos en hidrocarburos y muchos más eficientes en el café, sin dejar de lado que el país en el próximo lustro debe trabajar por desarrollar una agenda exportadora que trascienda los bienes primarios. Es el momento para que la economía colombiana sepa atesorar las vacas gordas que le representan los buenos precios del petróleo y el café, que ese boom se sienta en las regiones y que el Estado garantice infraestructura y seguridad para seguir creciendo el PIB, tal como sucedió en el año pasado.

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