Editorial

La economía colombiana está en recesión

Gráfico LR

El PIB, sin la administración pública, completó tres trimestres consecutivos con un crecimiento negativo, una recesión indiscutible con epicentro en los empresarios

Editorial

La economía colombiana está en terreno negativo desde abril de 2023. Hay que mirar los datos oficiales para explicarlo: si se excluye o no se tiene en cuenta el aporte a la economía del sector que agrupa la administración pública, ya se completaron tres trimestres consecutivos en rojo. Entre abril y junio del año pasado, no hubo repunte o crecimiento del Producto Interno Bruto al registrarse una cifra de -0,2%, que es el segundo trimestre de 2023.

Durante el tercer trimestre, los meses de julio, agosto y septiembre, las cosas empeoraron hasta caer -1,6%; y al finalizar el año (octubre, noviembre y diciembre) la cifra no es mejor: -0,5% también en rojo. Dice la teoría económica que con un par de trimestres consecutivos de contracción se declara la recesión.

Valga la aclaración que se está sacando la administración pública, es decir, al Gobierno y su aporte que es tan importante, que lleva a la economía a terrenos en positivo. Si se incluye este sector, que deriva su ejercicio en gran parte de los impuestos que pagan los otros sectores, se tiene que el crecimiento del segundo trimestre fue positivo en 0,1%; el tercer trimestre en rojo -0,6%; y positivo al cuarto trimestre en 0,3%.

Por esta lectura es que el Gobierno Nacional lanza las campanas al vuelo diciendo que la economía se aleja de la recesión; puede tener razón, pues la economía es un todo, la sumatoria de lo público y lo privado, pero deja al descubierto que el sector privado estuvo en recesión durante casi todo el año pasado, lo que debería obligar a la administración central a activar un plan de reactivación más enfocado en trabajar con los empresarios, no a dividir, ni a asfixiar con reformas laborales leoninas o a la salud que aún funciona, peor aún, amenazando con una nueva reforma tributaria para financiar los déficit crónicos en educación, salud o quizá pagar la abultada deuda externa.

El palo no está para hacer cucharas y el Gobierno debe entender que es el momento de, no solo hacer un llamado, sino a actuar bajo la premisa de crecer la economía entre todos.

La premisa que esgrime el Gobierno Nacional de que todo es responsabilidad de las altas tasas, puede ser cierta a la luz de la caída en las ventas de carros y casas durante el año pasado, pero si la economía estuviese optimista, sin inseguridad e incertidumbre, y se aprovecharan las oportunidades que brinda un mercado sano, el costo del dinero se pagaría solo. Incluso mirando sin prevenciones el aporte del sector público a la economía, aún hay una brecha enorme de ejecución de los presupuestos oficiales; no hay una auténtica aceleración en las viejas obras de infraestructura, ni mucho menos en nuevos proyectos; el Presidente ha hablado en las regiones de grandes puentes, túneles, autopistas, ferrocarriles y aeropuertos, pero nada de eso ha llegado.

El ideario económico del Gobierno Nacional es “ser keynesiano”, creen que si el gasto público aumenta, todos los demás componentes o sectores de la economía -se mantienen constantes- el producto interno aumentará. El sector privado está al garete, acobardado por el impacto de las reformas en curso y porque la última reforma tributaria tiene impactos enormes en la actividad empresarial, y peor aún es que existe un discurso anti-empresa que se ha difundido desde las mismas entidades públicas.

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