Editorial

La encrucijada del ministro Cárdenas

<p>Todos los colombianos piden obras e inversión social, pero pocos son diligentes al pagar impuestos o proponer ideas.</p>

A John F. Kennedy quizá el más célebre de los presidentes de Estados Unidos se le atribuye una de las frases más repetidas en términos de políticas públicas: “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”; un argumento que siempre vendrá bien cuando soplan fuertes vientos de reforma tributaria. Y traemos a colación la no menos célebre frase de JFK porque venimos de un tiempo electoral, precedido por unos meses de profundas protestas campesinas y sociales que llevaron a que el Gobierno Nacional -ya reelegido hasta 2018- se comprometiera con muchas promesas so pena de alargar por meses el caldeado ambiente social, el cierre de vías, la quema de vehículos y la parálisis de gran parte del entramado productivo colombiano. 

En ese momento, muchos sectores formadores de la opinión pública respaldaron las protestas y guardaron silencio cómplice o avalador de las promesas gubernamentales, por ejemplo, cuando los ministros de Santos I se comprometieron con alargar en el tiempo el impuesto a las transacciones financieras para ayudar a los campesinos. Se prometieron subsidios y se argumentaron nuevos fondos parafiscales para el campo. A este ambiente se suma lo que no puede llamarse la ‘reforma tributaria de La Habana’ que seguramente se desprenderá de las negociaciones con las guerrillas y que obligarán al Estado a hacer millonarias inversiones en la Colombia siempre olvidada de los territorios nacionales y del sur occidente. El Gobierno Nacional debe tener un plan macro estratégico financiero de los costos del posconflicto que no solo se subsidiará con el dinero que antes se dedicaba a la guerra sino con nuevos tributos que nadie quiere pagar.

Plantear ahora que la resolución del conflicto colombiano tiene unos costos enormes, es aceptar que la guerrilla tiene una lucha justificada por el abandono estatal de muchas regiones de constante accionar de las Farc o el ELN, como el Pacífico, Cauca o Caquetá, entre otras regiones. La encrucijada del Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, es muy grande, pues todos quieren obras de infraestructura y mayor inversión social, pero pocos quieren meterse la mano al bolsillo para solucionar la guerra. El impuesto al patrimonio se bajará a miles de colombianos personas naturales y jurídicas que tengan ingresos superiores a los $750 millones; el IVA se irá poniendo al nivel de los países de la Alianza del Pacífico al ajustarse a 18% y el impuesto a las transacciones financiera que es de 4x1.000 se extenderá por varios años más. Seguro nadie quiere esa receta, pero todos coincidimos en que la única manera de sostener en el tiempo el fin del conflicto armado es haciendo inversión social.