Editorial
La eterna guerra contra la pobreza que no se gana
viernes, 29 de noviembre de 2024
Según la Cepal, Honduras, Colombia y Argentina son los países con más pobres en la región, una guerra que dicen librar los políticos, pero en la que no hay mucho que celebrar
Editorial
La pobreza en América Latina y el Caribe se disparó en 2020 debido a la pandemia y el año pasado, 27,3% de la población regional vivía en esta situación, con una baja de 1,5 puntos porcentuales con respecto a 2022, y de 5 puntos en comparación con 2020, según el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.
La tasa de pobreza extrema alcanzó 10,6%, cifra inferior a la de 2022 en 0,5 puntos porcentuales, pero por encima de los niveles de 2014. En total, 172 millones de personas viven la pobreza y de ellos, 66 millones sufren pobreza extrema. “Los 172 millones en situación de pobreza no pueden cubrir sus necesidades elementales y los 66 millones en pobreza extrema no pueden adquirir una canasta básica (...) Más de 80% de la disminución de la pobreza regional se debe a Brasil, donde habita más de una tercera parte de la población regional y existen transferencias no contributivas”.
La Cepal estima que sin Brasil, la cifra de pobreza hubiera sido de 28,4%. Los datos desagregados indican que Colombia, El Salvador, Paraguay y República Dominicana redujeron la pobreza en al menos un punto. En Honduras y Perú, la pobreza subió. En el ranking de países con mayores niveles de pobreza, Colombia ocupa el segundo lugar, con más de 30% de su población en esta situación, superado únicamente por Honduras, donde más de la mitad de los habitantes enfrenta obstáculos para sobrevivir.
Este panorama refleja un retroceso en los avances logrados en años previos, especialmente en el país, donde los niveles han mostrado un aumento desde 2014. Colombia puede estar perdiendo la guerra contra la pobreza y eso no es nuevo, el país siempre ha liderado los rankings en este problema. Es cierto que durante la pandemia las cosas empeoraron, pero todos los países lograron volver a cifras de antes del covid, pero en Colombia, las cosas no mejoran.
Las causas no son otras a la disminución de los empleos formales, la aceptada informalidad y la violencia. La prueba ácida de que las cosas no están mejorando en términos de disminución de la pobreza es que casi en todos los 14 millones de familias que hay en Colombia, al menos uno de sus miembros ha decidido migrar a otro país en busca de mejores oportunidades.
El aumento de las remesas y la diáspora colombiana en países como México, España, Chile, y por supuesto, Estados Unidos solo son la punta de iceberg de que 30% de una población que supera los 50 millones está en condición de pobreza. Todas las ideas, proyectos, campañas y demás iniciativas de los gobiernos nacional, regional y central, para mejorar esta realidad, no se ejecutan y el enfoque asistencialista del Gobierno Nacional lo único que hace es engordar una gran población para que viva de un Estado, con grandes problemas fiscales.
La eterna guerra contra la pobreza en Colombia se está perdiendo básicamente por dos razones: la campeante inseguridad en todos los rincones del país que anula la inversión, y la vista gorda hacia la informalidad. A nadie le importa que la inseguridad ahuyente a los emprendedores y empresarios, y nadie hace un seguimiento serio de las razones por las que la gente prefiere vivir al día que emplearse. No hay muchos incentivos para que las grandes empresas contraten bajo esquemas de formalidad ni hay ideas concretas para reducir la pobreza.