La inflación resucitada y el salario mínimo
martes, 2 de noviembre de 2021
La recuperación económica puede verse atropellada por las tasas altas y la inusitada inflación global, pero más tensa va a ser la discusión del mínimo en un año electoral
LR
En medio de la cascada de noticias agridulces con que se dejó venir el Banco de la República la semana pasada, hay una de especial cuidado. Dijo el Emisor que la inflación anual a fin de septiembre se había ubicado en 4,51%, alcanzando un nivel por encima del esperado, alza que se explica por el comportamiento de los precios de los alimentos y de los regulados, por lo que el Banco revisó al alza el pronóstico de la variación de precios a 4,9% y 3,6% para finales de 2021 y 2022, respectivamente.
Es un hecho que las estadísticas oficiales del Dane tiene la última palabra esta semana cuando revelen el comportamiento de los precios del décimo mes del año. Los sondeos hablan de que la inflación anualizada puede superar 5%, mientras que la del año corrido ascienda hasta 4,5%. En septiembre fue de 0,38%; en agosto 0,45% y la variación durante el año corrido (enero-septiembre) va en 4,33%.
Es un peligroso fenómeno global, un efecto colateral del casi año y medio de la pandemia que trastornó la logística portuaria, el servicio de contenedores y los precios de los fletes. En Estados Unidos, la inflación superó 5% y es la más alta en los último 15 años. En las economías de la Unión Europea ronda 2,8%; en Gran Bretaña 2,5% y en Brasil va rumbo a los dos dígitos.
Coyuntura que ha obligado a los bancos centrales encargados de controlar los niveles de variación de precios a subir sus tasas lentamente, excepto en Colombia y otros similares en donde en los dos últimos meses las han elevado 0,75% con graves perjuicios para la reactivación. El miedo a una inflación duradera en todos los países han provocado una subida de los intereses en el mercado de las deudas soberanas, los inversionistas anticipan que la Reserva Federal en Estados Unidos siga subiendo las tasas de interés y obligue a los mercados emergentes a hacer lo propio.
El problema para Colombia es que la inflación causada es el punto de partida para discutir el alza del salario mínimo, pues la política económica no ha logrado dar esa discusión técnica en tiempos y escenarios distintos a los del final del año, máxime en medio de una frenética campaña presidencial.
La variación del Índice de Precios al Consumidor, más la productividad revelada por el Gobierno Nacional son los elementos principales de la ecuación y sobre los cuales gravita la discusión tripartita del incremento del mínimo, pero la presión política este año será especial, máxime cuando la pugnacidad de las ideas afloran entre los candidatos y las propuestas populistas quieran sumar votos. Saldrán incluso argumentaciones novísimas como una de las premiadas con el Nobel de Economía este año al profesor de la Universidad de California, David Card, quien tiene “contribuciones empíricas a la economía laboral”, que contradicen que los incrementos de los salarios mínimos destruyen empleo.
Será una discusión muy interesante máxime cuando se buscará argumentar que el alza del salario crea empleo si es focalizado y se muestran resultados en el largo plazo en términos de productividad. Por ahora, lo único claro es que la inflación ha resucitado, que no es un asunto exclusivo de los mercados emergentes y que cada país tiene una receta distinta para tolerar el alza de los precios que al final van a forzar una alza del salario mínimo sin precedentes, pues el tema de la recuperación de la economía y de los ingresos de las familias está sobre la mesa.