Editorial

La mala salida del exdirector del Dane

<p>Por donde se quiera leer, la salida de bustamante tiene su lado negativo y deja planteada la urgente reforma de la entidad</p>

Hay países en donde nadie cree en la cifras que da el Gobierno, ni siquiera los organismos internacionales, ni mucho menos los actores económicos locales. Son los casos de Venezuela y Argentina, solo para hablar de dos situaciones en la región. En varias naciones africanas no existen estadísticas confiables de cómo va la economía y la estadística nacional, en remotos feudos de dictadores y tiranos que habitan en pleno siglo XXI como Mali y Zimbabwe, es una ciencia considerada dañina para los intereses de sus gobernantes.

Por fortuna Colombia no se encuentra en esa lista de países cuyas cifras no son confiables. En 1951, la Oficina Nacional de Estadística de la Contraloría General de la República, lidera la creación de la Dirección Nacional de Estadística, como una dependencia directa de la Presidencia de la República. Y en 1953, durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, se crea el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, entidad que ha sufrido afortunadas reorganizaciones con la misión de “producir y difundir información estadística estratégica para la toma de decisiones en el desarrollo económico y social del país. A partir de su liderazgo técnico, ejercer la regulación del sistema estadístico nacional”.

Preservar el Dane libre de intereses gubernamentales como políticos es uno de los imperativos para la economía tan importantes como la independencia del Banco de la República. Y el bochornoso episodio del exdirector, Jorge Bustamante, enloda seis décadas de desarrollo de una entidad a la que hay que rodear y respaldar. El mensaje enviado por el exfuncionario público a la banca multilateral, a las instituciones de control y vigilancia, a las universidades es muy dañino y tardará algún tiempo repararlo. Lo que si no debe hacer el Gobierno Central es prestarse a manoseos de un funcionario que  siembra o incuba tesis nefastas, como es el hecho de que en tiempo electoral no se hacen estadísticas.

En el país económico y político hace curso la idea de que seis meses antes de las elecciones del Congreso o para la Presidencia, se debe parar toda actividad para no politizar. Un grave error, pues la estadística, por ejemplo, no debe afectarse. Pretender parar el censo agropecuario es nefasto máxime cuando hace solo ocho semanas los campesinos y el Gobierno Nacional planteaban un rediseño general del agro. Si bien la FAO recomienda hacer un censo del sector agropecuario cada década, en Colombia esa tarea científica no se realiza desde hace casi 45 años. No existe una hoja de ruta que trace el camino a seguir en todo el sector agrario y los subsidios se otorgan de acuerdo con la presión que se haga con paros.

Pésima la salida de Bustamante, ahora le corresponde a Perfetti reparar el daño de su antecesor.