Editorial

La medición de las cifras de pobreza

Salta a la vista la atención prioritaria que deben recibir departamentos Chocó, Cauca, Nariño, Magdalena, Guajira y Córdoba

Salta a la vista la atención prioritaria que deben recibir departamentos Chocó, Cauca, Nariño, Magdalena, Guajira y Córdoba

Es evidente que Colombia ha progresado en la reducción de pobreza en la última década, seguramente no como se hubiera querido o como lo han  hecho otros países de la región en los que el asunto dejó de ser una preocupación central como Chile, Argentina, Uruguay y la misma Venezuela. Brasil y Perú también han sido ejemplo en la reducción de los indicadores de pobreza en indigencia, que en buena parte han sido producto de políticas inducidas del mismo Estado. 

Aunque esa tendencia hacia la baja es evidente en nuestro país, la comparación de cifras absolutas se debe mirar con cuidado por cuanto son permanentes los ajustes estadísticos que distorsionan los datos y en ese orden debe hacerse el análisis de las cifras que acaba de dar a conocer el Dane que coloca al país con una tasa de pobreza del 34,1% y de la indigencia en 10,6%.
¿Qué se puede decir de las cifras? La conclusión más importante para quienes tienen que ver con el manejo de esas políticas públicas es que el avance mayor se ha dado en las zonas más ricas que concentran la más alta participación del PIB, como Bogotá, Cundinamarca, Antioquia, Valle del Cauca, Santander y Atlántico, en las que los niveles están muy por debajo del promedio nacional y la reducción ha tenido mayor significancia, en tanto que las regiones más pobres como Chocó, Córdoba y Cauca siguen a la zaga. Sorprenden caso como los de Guajira, en donde la gran producción minera que genera abultados recursos en regalías no ha estado acompañada de un mejoramiento en las condiciones sociales mínimas de sus gentes. Claramente habría que cuestionar la gestión de los gobernantes locales, así como habría que destacar casos como Meta, el mayor productor de petróleo y por ende principal receptor de los recursos de regalías.
La influencia de Bogotá sobre las regiones del centro del país y en orden nacional tampoco hay que desconocerla. La capital es la región que presenta las más bajas tasas de pobreza e indigencia con 13,1 y 2.0% solo comparables con los datos de Cundinamarca, Santander, Antioquia y Atlántico.
Los datos del Dane merecen una evaluación detallada, pero sin mucha profundidad salta a la vista la atención prioritaria que deben recibir los departamentos de la Costa Pacífica, con excepción del Valle del Cauca. Chocó, Cauca y Nariño presentan unos indicadores preocupantes que puedan explicar los graves problemas de orden público y que así no se quiera hay que ligarlos a la pobreza e indigencia. El mismo plan de atención debe dirigirse a buena parte de la costa norte, como los departamentos de Guajira, Magdalena, Córdoba y Sucre.
Este debe ser un trabajo que debe coordinar el Departamento Nacional de Planeación, que desafortunadamente parece haberse consumido en la evaluación de los asuntos de coyuntura y no en los asuntos de estructura de mediano y largo plazo, que son su razón de ser. Ese organismo ha perdido un espacio clave en el diseño de las estrategias que son la ruta y el timón para quienes ejecutan las políticas públicas. El equilibrio regional en el desarrollo debe ser una de las prioridades de la agenda, así los resultados no se vean en el corto plazo y solo una entidad como Planeación que se mueve por intereses sectoriales o políticos pueden tener la credibilidad y el respeto hacer el trabajo.