Editorial

La necesaria misión tributaria

<p>Somos dados a elaborar documentos que propongan reformas, como nunca antes, es clave una misión tributaria.&nbsp;</p>

Esta reforma tributaria de finales de 2014 y de aplicación en 2015, para pagar impuestos en el 16, nos ha dejado grandes enseñanzas. La primera es que el cobro de impuestos debe ser uno de los grandes temas nacionales en donde participen no solo quienes diseñan el articulado, también quienes lo aprueban, pero debe haber un concurso más activo de quienes finalmente los pagan. La diseñan los gobiernos, la aprueban los congresistas y la pagan los empresarios y los consumidores. No hay un equilibrio en el diseño impositivo. Casi todos tienen un juego proporcional, solo los colombianos comunes y corrientes no tienen participación activa, aunque los congresistas deberían interpretar más el sentir de la gente. Esta reforma tributaria no es nominalmente una reforma, es una ley de financiamiento de los compromisos adquiridos por el Gobierno durante las protestas campesinas de hace un año y las necesarias inversiones que deben hacerse en sectores como educación e infraestructura. A nuestro juicio no es tan mala como lo han dicho los interesados en el asunto, no toca de frente a los ‘colombianos de a pie’, en cambio pone a tributar a las empresas de acuerdo con sus ejercicios gerenciales.

Tiene ambiciones que duelen y seguramente se equilibren las cargas esta semana, pero no se debe perder el norte que estamos en uno de los países emergentes campeones mundiales en desigualdad social y que estamos ad portas de entrar en la etapa final de un conflicto de sesenta años que necesariamente tendrá que duplicar la inversión social y desarrollar su infraestructura para evitar caer nuevamente en revoluciones en contra del olvido estatal. La Colombia del siglo XXI necesita del papel más activo y protagonista de los tecnócratas que diseñan políticas públicas que beneficien a todos. Hay andando una misión rural, una misión cafetera y un gran censo agropecuario, pero nos falta la misión más necesaria de todas: la tributaria.

Es el momento para que los gremios que han tenido un papel activo y muy crítico en contra de las propuestas del Ministerio de Hacienda coordinen al lado de Gobierno un equipo de alto nivel que proponga reformas, de una vez por todas, al abultado estatuto tributario; que le quite todo lo que tiene que ver con los elementos contables y revise a fondo las exenciones donde se evaden recursos importantes. Esa reforma tributaria estructural de la que tanto se habla, pero a la cual tanto se le huye, debe ser un encuentro del nuevo país, tal como se elabora una nueva constitución política en un país que necesita reformas. Excelente que el reclamo airado de los gremios se haya hecho en esta ocasión de cara al país y no en los pasillos del Congreso usando lobistas que otrora hacían componendas a oscuras.