Editorial

La palabra competitividad es un comodín

El año que termina fue malo para la competitividad colombiana, en los tres indicadores retrocedió. De mal en peor.

El año que termina fue malo para la competitividad colombiana, en los tres indicadores retrocedió. De mal en peor.

Se conoció el último de los indicadores que se entregan en el año sobre la competitividad de los países, y la tendencia de Colombia fue la misma: ‘de mal en peor’. El informe del Banco Mundial sobre la seguridad que ofrecen los países para las inversiones, conocido como Doing Business, nos trajo más malas que buenas noticias al perder tres puntos frente a la posición obtenida el año anterior cuando ocupamos el lugar 42. Ahora estamos en el 45 de un total de 183 naciones que mide el estudio, quedando por debajo de Chile y Perú.

Entre las principales razones que explican la pérdida de puestos están: el ‘bajo nivel de pago de impuestos’, que llevó a la economía nacional del puesto 95 a la casilla 99. A este descalabro se suma la ‘resolución de las insolvencias’ que cayó del 12 al 21. Otras malas notas se dan en ‘obtención de crédito’, renglón que pasó del 67 al 70. El ‘cumplimiento de contratos’, fue peor, luego de haber ocupado el lugar 149 se cayó al 154. Pero lo peor es que los gobernantes y los privados encargados de este tema siguen usando la palabra competitividad como un comodín que les sirve para todo.

En el informe anual de IMD, Colombia está en el puesto 52 cuando antes estaba en el 46. Y en el del Foro Económico Mundial, Colombia es 69, donde cayó un puesto pues antes ocupaba el 68. Seguramente con estos datos los responsables de que Colombia sea más competitiva buscarán las cifras menos malas y tratarán de meter la noticia por ese lado, pero la realidad de los datos de entidades tan respetables como el Banco Mundial, el Foro Económico o el IMD hablan por sí solos. El gran problema no es el dato ni quien lo aporta a la opinión pública; el meollo del asunto está en que las autoridades económicas y los actores de la competitividad en el  país no trabajan unidos ni tienen una hoja de ruta para avanzar en estos importantes indicadores.

Existe un Consejo Colombiano de Competitividad y en todas las universidades hay alguien experto en el tema; en las alcaldías y gobernaciones hay un cargo surtido para que haga algo en ese frente; además que el Ministerio de Comercio Exterior abandera el tema, pero los avances son muy pobres, pues el país va para atrás no solo en el concierto mundial, sino en el regional. Es cierto que la infraestructura pesa mucho y que tenemos un rezago de tres o cuatro décadas, pero las carreteras, los puertos y los aeropuertos, no tienen toda la culpa de que los actores de la competitividad no tengan una hoja de ruta establecida, que no tengan un plan; que solo sean unos comentadores de los indicadores que entregan entidades internacionales cada año.

La pregunta que se le debe hacer a toda esta gente dedicada al tema es, ¿qué meta tiene para el 2013 en cada uno de los indicadores?