Editorial

La paradoja económica del caso de Electricaribe

<p>Empujar a que SuperServicios intervenga a Electricaribe es desconocer que una buena parte del problema es la cultura del no pago.</p>

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Se acude a esta reflexión popular para tratar de explicar la situación de una empresa como Electricaribe, filial de la multinacional española, Gas Natural Fenosa. Los clientes consumidores de energía en la Costa Caribe colombiana no pagan el servicio público porque el servicio es malo y costoso, mientras que la empresa dice que no mejora la calidad del suministro porque los usuarios no pagan el recibo de la energía que consumen y la cultura del robo de electricidad está extendida por todos los departamentos de esa región del país. Y así van las cosas en un tira y afloje permanente que amenaza con tirarse el buen cuarto de hora que vive la economía de ciudades como Cartagena, Barranquilla y Santa Marta.

Desde la ya remota administración de César Gaviria, el país económico entró en una nueva etapa de internacionalización que le permitió a las empresas volver a mirar a la costa Atlántica como polo de desarrollo olvidado por varios siglos. Esta tendencia que le abría las puertas a la globalización se reforzó mucho más en tiempos de Uribe, cuando se empezaron a negociar la docena de tratados de libre comercio de los que hoy disponen los empresarios colombianos para llegar a mercado tan dinámicos como el estadounidense y el europeo. Sin duda alguna, tanto la apertura como los TLC tienen un claro ganador y es el desarrollo de la costa, en particular de los puertos caribeños antes mencionados. Pero para que las empresas se asienten en Barranquilla, Cartagena o Santa Marta, debe haber buenos servicios públicos, calidad en la educación universitaria y buena infraestructura, frentes de desarrollo sobre los cuales se ha ido trabajando y se ha avanzado. Excepto en el tema energético que empieza a espantar el cuarto de hora del Caribe.

Más allá de la intervención de la empresa, las fuerzas vivas de la costa Atlántica deben trabajar en la concientización de los consumidores a pagar las cuentas y alejarse de los subsidios. No se pueden pedir inversiones y buenos servicios sino pagan las cuentas. Es un principio de honradez y un deber con la sociedad. Electricaribe dice que las deudas de los usuarios más pobres superan $650.000 millones, pues de los 2,5 millones de usuarios que sirve la empresa española, 80% son estratos 1, 2 y 3. ¿Quién va a pagar esos recibos de la luz? Es una necesidad apremiante para cualquier empresa que se meta a ese negocio que exista una cultura de pago, de lo contrario, nadie se meterá a prestar el servicio. Para salir de esta situación, se debe desarrollar una infraestructura adecuada en la región que es muy costosa, como son las redes antirrobo que garanticen disminuir las pérdidas por este concepto, pero también hay que empezar por mejorar el servicio y trabajar desde la educación en la cultura de pagar por lo que se consume y genera bienestar. En el tema de Electricaribe, hay que mirar todas las aristas y tener en cuenta que algunas cortan.