Editorial

La puerta trasera del comercio exterior

<p>Todos los gobiernos han hablado de la cuenca del Pacífico, pero dictan cátedra desde Cartagena o Bogotá, nunca viven el verdadero Pacífico</p>

Para nadie es un nuevo hallazgo asegurar que durante la administración Gaviria se catapultó al país en términos de apertura económica e internacionalización; más tarde vinieron los tratados de libre comercio y durante este gobierno de Santos se ha desatrasado algo en infraestructura. Pero sigue habiendo una deuda que hace que el país económico no sea competitivo y siga siendo cierto el comentario de que es más barato traer un container desde Hong Kong, que transportar carga desde Buenaventura hasta Bogotá o Medellín. La capacidad portuaria para el comercio exterior se distribuye en 10 puertos, ocho ubicados en la Costa Caribe y solo dos sobre el Océano Pacífico, los eternamente olvidados Buenaventura y Tumaco, ahora capturados por la delincuencia y la protesta social. Esos 10 puertos marítimos tienen una capacidad instalada de 303 millones de toneladas anuales, representadas básicamente en hidrocarburos y carbón; otra gran parte son frutas y granos, estos últimos tienen en Buenaventura su puerto de salida para los mercados asiáticos, centroamericanos y el oeste de Norteamérica. En conclusión, por el Pacífico sale casi 90% del café y del azúcar que produce Colombia, y más de la mitad de los productos importados de países como China y Corea del Sur, entre otros, llegan por ese puerto. Buenaventura es la puerta de entrada y de salida de 30% de todo el comercio internacional colombiano, pero en términos de olvido es el primero.

Además de la inseguridad y la captura de la clase dirigente por políticos corruptos, hay otra razón que tiene que ver con que las políticas públicas, comerciales y portuarias de esa región, se dictan desde Bogotá y las confeccionan -tradicionalmente- ministros de la región Caribe a quienes no les ha dolido ni Buenaventura ni mucho menos Tumaco. Es un hecho que el Pacífico es un asunto crucial para Colombia, eso sí, si el tema se debate en Tokio, Honk Kong, Seúl o como mínimo en Cartagena o Bogotá, pero nunca desde la misma Buenaventura, una región huérfana de líderes que le den el peso que la Cuenca del Pacífico tiene en todo el mundo. Para la muestra está que Colombia no ha podido ingresar al Foro de la Apec, en el que están Chile, Perú, México, mientras nuestro país sigue haciendo fila. Los narcos, la guerrilla, los corruptos son causantes del deterioro de Buenaventura y Tumaco, pero también los gobernantes nacionales, locales y regionales, a quienes no les duele el atraso y la pobreza del puerto más importante en volumen de carga y más estratégico del país. En términos de comercio exterior, no se ha podido desarrollar un hub o nodo que desarrolle los tratados de libre comercio y abra mercado en la Cuenca del Pacífico que sigue siendo uno de los motores de la economía global. Mientras en Chile se tiene a Valparaíso como epicentro de las envidiables exportaciones australes, y Perú cada vez más desarrolle a Callao como eje de su crecimiento exportador, los colombianos solo escuchamos noticias judiciales, no económicas de lo que pasa en Buenaventura. Una conclusión clara y directa es que Colombia nunca aprovechará su costa pacífica si no logra hacer del suroccidente del país una zona enfocada al desarrollo exportador y Buenaventura debe ser esa puerta principal, debe dejar de ser una puerta trasera por donde se mueve el bajo mundo a espaldas de unos gobernantes que no quieren darse cuenta de lo que realmente sucede.