Editorial

La silenciosa generación perdida española

<p>La interinidad política de españa ya es un asunto que no solo le preocupa a la banca multilateral, sino a sus socios de la unión europea</p><p>&nbsp;</p>

El pasado fin de semana vimos como en cada cuadra de la última etapa de La Vuelta a España, ganada por Nairo Quintana, había más de una bandera colombiana. Un hecho alegre y elocuente que habla por sí solo de la importancia que todavía tiene la “madre patria” para los nacionales, más aún para quienes han decidido emigrar a ese país de la vieja Europa con la ilusión de encontrar una vida mejor. Cifras no oficiales hablan de más de un millón de colombianos repartidos en todas las ciudades españolas y una cifra que supera dos centenares de empresas colombianas con sólidos negocios prosperando en España, un país pequeño y emproblemado que solo alcanza 505.940 kilómetros cuadrados para una población de 46,5 millones, casi 100 personas por kilómetro cuadrado.

España es uno de los 17 países que pasan de US$1 billón de PIB, US$1.261.271 millones el año pasado, dependiendo de la tasa de cambio con que se haga la lista, pero sus problemas macroeconómicos vuelven a encender las alarmas constantes desde la crisis global de 2008. Su deuda pública se acerca a 100% del PIB y la deuda per cápita de cada habitante es de US$25.000, cifras que preocupan dado el grado de desgobierno al que ha llegado: llevan casi 10 meses sin presidente de gobierno en plenas funciones. La interinidad política de España ya es un asunto que no solo le preocupa a la banca multilateral sino a sus socios en la Unión Europea. Una situación que bien han aprovechado los aires nacionalistas de Cataluña y el País Vasco para seguir sumando adeptos que no ven viable el proyecto español.

Pero lo más inquietante es la tasa de desempleo que sigue siendo la más grande de Europa y una de las más altas del mundo. Es preocupante que 2,5 desempleados de cada 10 de la eurozona están en España; el pasado agosto sumaron más de 4,5 millones, situación que ha desatado una diáspora de profesionales especialmente hacia América Latina, región a la cual llegan cada vez más jóvenes que hablan de una generación perdida marcada por el desempleo y la falta de oportunidades. Otra cara de la moneda muestran los colombianos que decidieron hacer su vida en España y que se han convertido en una fuente de envío de remesas importante para ciudades como Cali y Pereira, capitales que han encontrado en esas divisas una verdadera fuente de ingresos que les permite hacer del consumo el motor de las economías locales. Mientras los españoles agobiados por el desempleo profesional en su país deciden experimentar en América, el número de colombianos “haciendo las españas” para dedicarse mayoritariamente a labores informales, también crece, consolidándose una nueva situación que marcará la relación entre los dos países en las próximas décadas.