Editorial

La sostenibilidad no es un cuento en las inversiones

Cada año nuevo se enriquece la narrativa en torno a las responsabilidades empresariales que trascienden los objetivos financieros y los compromisos con sus grupos de interés

LR

Faltan pocas semanas para que Larry Fink, presidente y fundador de BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo (gestiona unos US$7 billones) envíe a sus inversionistas la carta anual, una suerte de derrotero o de hoja de ruta de lo que van a ser los negocios durante el año que viene.

Desde hace un par de años, la misiva de Fink defiende a las empresas socialmente comprometidas con la emergencia climática, lo que ha llevado a millones de compañías en todo el mundo a que redefinan el concepto de “negocio sostenible”, que incluye, además de los objetivos con componentes económicos o financieros, a los vinculados al desarrollo social y la protección ambiental.

El tema viene a colación porque la red empresarial local se ha visto convulsionada por dos inusuales OPA casi simultáneas, una por el grupo líder en el sector de alimentos y otra por el conglomerado compuesto por empresas a la cabeza o líderes en banca, seguros y pensiones. El punto es que los responsables de esos grupos en sendas alocuciones dirigidas al Gobierno Nacional y a sus públicos, se basaron en su responsabilidad con la sostenibilidad y las comunidades para tomar una decisión financiera; lo que es un verdadero avance en la toma de posiciones en el momento de vender un activo o de meterse en un negocio.

Dice Fink que el impacto financiero del cambio climático es una realidad. “La evidencia sobre el riesgo climático está obligando a los inversores a revaluar los supuestos básicos sobre las finanzas modernas (...) Ha pasado a ser un factor determinante en las perspectivas a largo plazo de las empresas”. Es fundamental a la hora de tomar una decisión, tener la “comprensión de cómo impactará el riesgo climático, tanto nuestro mundo físico como el sistema global que financia el crecimiento económico”.

Un segundo aspecto es que el impacto financiero del cambio climático se está produciendo en este momento y que “a corto plazo, parte del trabajo para mitigar el riesgo climático podría generar una mayor actividad económica (...) los mercados de capitales anticipan los riesgos futuros, asistiremos a cambios en la asignación de capital mucho antes que a los cambios climáticos propiamente dichos.

A corto plazo -y antes de lo que muchos prevén- se producirá una importante reasignación del capital”. Un tercer aspecto es que la sostenibilidad en si misma es rentable. “Desde el punto de vista de la inversión, estamos convencidos de que las carteras que integran sostenibilidad y las cuestiones climáticas pueden proporcionar a los inversores mejores rentabilidades ajustadas al riesgo”.

Por tanto, no es extraño ni descontextualizado que los responsables de la empresas acudan a la protección de la sostenibilidad antes de tomar una decisión, quizá todos los grandes inversores o vendedores de una acción debe tener más datos sobre la estrategia en estos novísimos campos del desarrollo humano. La sostenibilidad no solo se trata de cambio climático, por definición debe abarcar aspectos sobre cómo los socios y accionistas manejan a los grupos de interés y si tienen en cuenta las necesidades de todas las partes interesadas.

La sostenibilidad no es un cuento para los medios, las juntas directivas y las asambleas de socios y accionistas, debe ser una manera de entender el aporte social a una región, a un mercado en cada uno de los componentes.

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