Editorial

La tributaria en la recta final y con afanes

<p>La tributaria está pendiente de su paso por la cámara, es bien oportuno que los representantes la discutan con seriedad.</p>

No ha sido afortunado el trámite que ha tenido el proyecto de reforma tributaria, como tampoco lo ha sido el de otros, considerados fundamentales para enfrentar problemas que van más allá de la coyuntura. Y en esos términos, resulta oportuno revisar procedimientos y esquemas de manejo de los asuntos públicos y de las relaciones del Ejecutivo con los distintos actores. Desde el mismo momento del anuncio de la reforma, los vacíos fueron evidentes. Ni siquiera se había digerido los cambios introducidos un año atrás, en los que se hicieron ajustes que a la final resultaron confusos y poco prácticos y se aprobó la eliminación del impuesto al patrimonio y la contribución del cuatro por mil, cuando apareció el nuevo proyecto bajo la premisa de que el hueco fiscal alcanzaba ya proporciones preocupantes.

Los contribuyentes quedaron perplejos porque los anuncios de los años anteriores eran de una holgada situación fiscal, gracias a mecanismos ideados por el gobierno como la regla fiscal y un manejo excelente de la administración tributaria y ahora en forma sorpresiva se concluía que resultaba insuficiente para mantener el tren del gasto público. Hay que ser claros y contundentes. Los problemas fiscales marginalmente tienen que ver con la caída de los precios internacionales del petróleo, como tampoco es conveniente plantear la misma justificación para revisar las metas de crecimiento económico. La verdad es que se requiere profundizar mucho más en los planteamientos, pues nadie puede desconocer que menores precios del crudo, deben llevar a una reducción de costos en la economía y si hay coherencia inducir un aumento en la capacidad de compra de los consumidores y por ende en la demanda agregada de la economía, lo cual no es otra cosa que una mayor dinámica económica. 

Por lo menos así lo están pensando en Europa y la misma China, como uno de las fórmulas para salir de los problemas de recesión en el primer caso y volver a recuperar la fuerza del pasado, en el caso de la segunda economía del mundo. Este es un momento de mucha mesura y prudencia para la economía colombiana y no de hacer planteamientos extremos, ni por parte del gobierno ni del sector privado. De ello depende en buena parte que se mantenga las expectativas favorables que el país ha tenido en los últimos años, como consecuencia de un manejo macroeconómico confiable. 

Terminamos una semana trepidante en materia de discusiones sobre la reforma tributaria que es necesaria, pero sobe la cual debe haber serias discusiones en el futuro. Es llamativo que en Colombia todos los actores hablen del posconflicto, pero a la hora de presentar sobre la mesa los aportes individuales, casi todos se paran y se van.