Editorial

La volatilidad marca las monedas

La crisis de la lira no termina y ahora salta al peso argentino que se devalúa 50% frente al dólar y obliga a subir los intereses

Editorial

El peso colombiano alcanzó en la jornada de ayer su segundo valor promedio más alto en lo corrido del año, se disparó hasta $3.027, cifra que marca una devaluación de 1,13% en una semana. Una situación que no es local y obedece a lo que está pasando con las monedas de los países emergentes de la región: el peso chileno se devaluó 1,8%; el sol peruano 0,6%, pero el caso más complicado es el argentino que cayó 45%, como consecuencia de los ataques de especuladores, los coletazos de la guerra arancelaria entre China y Estados Unidos, además de las consecuencias tardías de lo que está ocurriendo con la lira turca. A estas tensiones geopolíticas se puede sumar el precio inestable del barril del petróleo y de otras materias primas que experimentan inestabilidad en sus precios. Todo lo anterior se ha convertido en un caldo de cultivo ideal para los especuladores internacionales y en un escenario altamente volátil para las monedas emergentes que no encuentran una tasa de cambio estable, lo que repercutirá en la elaboración de presupuestos para 2019.

La pregunta obligatoria es qué tanto puede contagiar al peso colombiano la situación argentina, pues para los chilenos y brasileños es una peligrosa realidad que los está forzando a blindar su economía. La caída del peso argentino llevó al Banco Central de Argentina a subir los intereses hasta 60% -un incremento de 15 puntos porcentuales respecto a 45% habituales- como herramienta para proteger su moneda. El Emisor austral está forzado a enfrentar un rebrote de la inflación doméstica que generaría las tradicionales protestas y cambios de gobiernos tan habituales en ese país que anunció un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para el adelanto de un crédito por US$50.000 millones concedido en junio. Esta movida, lejos de ahuyentar la incertidumbre, aumentó la desconfianza de los inversionistas hacia la economía argentina.

A los países de la región no les conviene que la situación de Venezuela se multiplique en Argentina que experimenta un cambio de modelo económico. El Gobierno de Mauricio Macri descartó los rumores de una suspensión de pagos: “no hay una solución mágica que esté a mano. Durante nuestra historia en estas situaciones se recurrió a no pagar nuestra deuda, cosa que es absolutamente imposible hoy, o a emitir plata como para generar una ficción, que es absolutamente imposible”. El gran problema es que la situación no es nueva para el sector financiero y la economía argentina está en condiciones de debilidad que son aprovechadas por los opositores políticos populistas para generar un cambio de gobierno más cercano a los intereses de Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y Nicolás Maduro, ideas que son alentadas en situaciones de incertidumbre como la que atraviesan los argentinos.

El impacto en Colombia no es directo y puede conectarse vía desconfianza por los mercados emergentes de la región y por supuesto le pasará la cuenta de cobro a la devaluación del peso. Lo lógico en este momento es que el Banco de la República conserve la tasa de interés en 4,5%, muy a pesar de que la inflación esté bajando y así evitar que más dólares sigan saliendo como refugio seguro ante el nerviosismo. Las economía emergentes nunca están del todo seguras, pero es el momento para desempolvar la cátedra monetaria ortodoxa y evitar exposiciones que se paguen caro en mercados cada vez más interconectados.

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