Editorial
Las cuentas alegres de los camioneros
viernes, 6 de septiembre de 2024
Es un sofisma populista pretender que el diésel sea barato por el simple hecho de que en el país hay petróleo y que sea refinado en Cartagena, es caer en la trampa de los commodities
Editorial
Hace algunos meses varios cafeteros emprendieron una campaña en las redes sociales en contra de las tiendas Juan Valdés, que son de su propiedad, para demostrar con ingenuidad que mientras a ellos les pagaban una carga de café barata, la marca de tiendas de café vendía un tinto a más de $4.000 o un dólar, intentando demostrar que los estaban tumbando.
Ahora, los camioneros pretenden negociar la suspensión de sus bloqueos a la economía, diciendo que Colombia es un país petrolero en donde a Ecopetrol le cuesta extraer un barril de crudo unos US$30 y lo vende en casi US$80 en los mercados internacionales; ambas argumentaciones son peregrinas y olvidan un centenar de costos invisibles que asumen, tanto la estatal petrolera como la Federación de Cafeteros, que van desde valoraciones tan simples como la formación de marcas, hasta las millonarias inversiones en la cadena de producción y comercialización que hacen posible que el café y el diésel estén en tiendas y estaciones.
Es tan simplista la argumentación que equivale decir que una vaca de 300 kilos vale unos $2 millones y que una simple hamburguesa no debe valer más de $5.000. La economía de mercado y la trampa de los commodities pueden explicar la situación.
Colombia y otros países que derivan las divisas que ingresan de exportar productos primarios deben avanzar en la cadena de progreso, y en lugar de vender café y petróleo en bruto deberían modernizarse, invertir en industrias de última tecnología y vender nuevos productos derivados del café, y pasar de exportar barriles de petróleo a vender a los vecinos gasolina, diésel, combustible para aviones, plásticos, abonos, etc.
Todo el portafolio de productos que pueden sacarse de estas dos materias primas; y para eso, Ecopetrol debe ser una empresa sofisticada, que invierta más en tecnología, investigación e innovación, que no se quede vendiendo combustibles que tienen muy comprometido su futuro inmediato.
Ya vienen los camiones menos contaminantes de gas, hidrógeno, eléctricos, entre otros, y seguramente algún día no muy lejano habrá un sistema de trenes y barcos de carga en el territorio colombiano. Quedarse con el cuento de que Ecopetrol es la vaca lechera, la gallina de los huevos de oro, que no se va a quebrar subsidiando el contaminante diésel para los camioneros es un argumento peregrino y temerario, cargado de desconocimiento, que nada bien le hace a la Colombia del futuro.
La mala matemática abunda entre los organizadores del paro camionero, quienes han disfrutado de casi 60 meses de bajos precios del combustible a cuenta de cobro de los demás colombianos, quienes deben pagar los mismos precios caros de sus fletes; nunca los bajos precios del galón del combustible de diésel los han socializado en fletes más baratos o alimentos más asequibles.
Hace una década el galón de diésel valía poco más de $6.000, ahora, diez años después, no llega a $10.000; esa realidad nunca la compartieron ni la difuminaron en calidad de servicio u oportunidad de mejora. Ecopetrol es una empresa dorsal para la economía y para el desarrollo del país que se debe proteger de creencias falsas o de falacias económicas.
Colombia debe evolucionar de ser un territorio abonado para los bloqueos y los chantajes y caminar hacia la disminución de las precariedades de las nuevas generaciones.