Editorial

Las historias paralelas de ausencia de trenes y metro

<p>Todavía no hay un Uber para el transporte de carga, pero lo habrá en el futuro, por ahora hay que poner a andar los trenes como solución al transporte</p>

Todos los colombianos han tenido que padecer de alguna manera las consecuencias del paro camionero más largo de la historia. Es una situación pariente de la que sufren los bogotanos desde hace varias décadas por la ausencia de un sistema moderno de metro que solucione los trancones y el mal servicio de los buses y taxis. Una buena parte del bloque de fuerza histórico que se opone al metro en la capital, viene de los dueños de buses quienes se enriquecen y hacen negocios millonarios en medio del caos, y hasta hace un par de años desde los taxistas.

¿Cómo llegamos a esta situación? Una ciudad como Bogotá se desbordó en población, no construyó las vías necesarias y todas sus administraciones fueron irresponsables en la solución de los problemas de movilidad, competitividad y calidad de vida. Se cumplieron seis décadas tratando de construir un metro y hasta ahora ningún alcalde lo ha logrado. El bloque de transportadores públicos dueños de buses y taxis patrocinan concejales, representantes a la Cámara, senadores, alcaldes y presidentes y han logrado mantener la capital en ese caos permanente de movilidad. Es un claro ejemplo de cuando los intereses particulares se anteponen a los generales.

El tema de los taxis que actuaban como mecanismo de fuerza se ha ido evaporando por las nuevas tecnologías y las bicicletas. Hoy las ciclorutas son una solución y plataformas como Uber han hecho que los bogotanos puedan contar con alternativas para transportarse. Pero con la carga no pasa lo mismo.

Los 40 días de paro de camioneros han demostrado que tienen aún la sartén por el mango, convirtiéndose en el azote de los precios y que hacen lo que quieren para preservar un negocio caro e ineficiente. Se oponen a los trenes y a la navegación por los ríos, hasta el punto de pedir la salida de una multinacional como Impala, la multinacional suiza que lidera el desarrollo del transporte multimodal por trenes y vías fluviales. Así como los dueños de buses detestan la idea del metro masivo y varios políticos son sus testaferros idearios, los camioneros tiene sus defensores que los usan para ahogar el país, y lo logran pues no hay alternativas eficientes para el transporte de carga. No hay trenes ni hay ríos navegables.

Si la Colombia de hoy quiere entregarle un país competitivo y con calidad de vida debe empezar desde ya a promover el uso de trenes para el transporte de carga; debe ayudar a formar empresas de camiones sostenibles y cualificadas; debe avanzar con la navegabilidad de los ríos, y sobre todo, debe contar con políticas públicas a largo plazo para evitar que sectores de transportadores paren el país económico cuando lo deseen. Muchas de sus reivindicaciones son ciertas y negociables y deben atenderse con prontitud, pero los ministros de turno no deben ser inferiores al reto de solucionar este problema.