Editorial

Las lecciones en la distancia de Sandy

El país debe estar preparado para las catástrofes. Sandy nos enseña que la naturaleza golpea cuando menos se espera

El país debe estar preparado para las catástrofes. Sandy nos enseña que la naturaleza golpea cuando menos se espera

La semana que termina deja como enseñanza que nadie está preparado para enfrentar catástrofes de la naturaleza, pero que con buen manejo de medios de comunicación, evacuaciones pausadas, convencimiento de la población y brigadas de ayuda, los impactos de un huracán, un terremoto u otro suceso inesperado, se pueden reducir notablemente. El paso de la tormenta Sandy por la costa este de Estados Unidos dejó un balance dramático: causó al menos 40 muertos en 48 horas; dejó sin luz a más de ocho millones de personas; canceló unos 16.000 vuelos entre internos y externos y ya suma pérdidas por más de US$25.000 millones.

Y si eso sucedió en Estados Unidos que cuenta con una cultura de seguridad ciudadana bien fundamentada, imaginemos por un momento qué puede ocurrir en un país como el nuestro cuando este tipo de catástrofes nos llegan. Ninguna sociedad está vacunada contra este tipo de situaciones, pero la diferencia sí radica en ser conscientes de que eso ocurre. La historia ya nos ha dado varias lecciones y debemos aprender de esas experiencias o de algunas que vemos por los medios de comunicación, como el caso de Sandy.

La primera enseñanza es que hay que estar preparados en lo personal y al interior de todas las oficinas de atención de desastres dispuestas para manejar este tipo de situaciones, para aminorarlas, para evitar que sean más letales. En muchas ocasiones, las brigadas de socorro, las planes de evacuación y los simulacros se convierten en momentos ‘poco serios’ que interrumpen las jornadas de trabajo, pero no debe ser así. Los hogares, las empresas, los centros comerciales, los colegios, las universidades y todos esos sitios de encuentros de personas, deben tener esquemas de reacción a los desastres interiorizados. Si miramos lo que ha ocurrido en Nueva York tenemos que la sociedad actuó con disciplina y minimizó el impacto, a pesar de los grandes daños materiales y en vidas humanas.

La cultura de la prevención ante las tragedias naturales nunca sobra, cada vez es más necesaria y es un punto diferenciador entre quienes sobreviven a una catástrofe y quienes lo pierden todo en ellas. Los bienes materiales se pueden asegurar y existen planes modernos y fiables para que esto ocurra en nuestro sistema financiero, pero de nada vale que nos blindemos en lo económico para reducir las pérdidas reemplazables o reembolsables, si como sociedad y como personas no desarrollamos la cultura sólida de prevención y reacción que nos pueda salvar la vida. El paso de Sandy por Estados Unidos no es un programa de televisión en la distancia, es un hecho real que nos puede tocar en alguna otra forma en otros momentos, y hay que estar preparados.