Editorial

Las pensiones, la cultura del ‘único’ ahorro

La polémica por la caída de los rendimientos de las AFP es una alerta para que el sector implemente más programas de educación financiera

Editorial

Una y otra vez se ha dicho que la cultura colombiana es más de gasto que de ahorro, mantra que explica porque nadie habla del ahorro pensional solo hasta que ve en el horizonte la edad forzosa de retiro, los 57 años para las mujeres y los 62 años para los hombres. Dos edades que necesariamente hay que ampliar a 60 y 65 años, respectivamente, acercándose el promedio de retiro de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (64,3 años), si el país económico quiere que el sistema pensional sea viable y no se enfrente a una debacle en menos de dos décadas.

Más allá de la necesaria obsesión por bancarizar a los colombianos está la urgencia de enseñarles a ahorrar para su jubilación, un rasgo cultural que en los países desarrollados está muy bien establecida; si nos comparamos con las 35 economías más desarrolladas del mundo agrupadas en la Ocde se advertirá que tienen en común una urgencia por cuidar el ahorro mensual para una lejana pensión. Mientras tanto si en Colombia se hiciera una gran encuesta nacional -que la debería hacer el Dane- sobre la importancia que le dan los colombianos a las pensiones encontraríamos que ven ese problema muy remoto y que primero se ahorra dinero para bienes materiales, que para la manutención que represente su vida cuando se haya pasado de los 60 años.

El panorama del ahorro en Colombia da lástima si se compara nuevamente con la Ocde que tiene miembros como Dinamarca, donde 85% de los trabajadores está cubierto por planes de pensión de contribución definida y obligatoria a través de sus trabajadores, y en donde las familias logran ahorrar hasta 8,1% de sus ingresos por año. En Luxemburgo esa tasa llega a 17,5%, en Suecia a 16,5% y en Alemania a 10,4%.

La situación en Colombia, según un estudio de Fedesarrollo, indica por el contrario que la tasa de ahorro es negativa para la mayoría de la población y que solo después de los 40 años las personas comienzan a ahorrar, y siempre cuando las familias estén entre el 25% más rico de la población. Este panorama hace que hoy en día sea más que necesaria la implementación de programas serios de educación financiera que busquen tanto la inclusión de más trabajadores en cualquiera de los dos regímenes que coexisten actualmente, como el incentivo a no dejar de cotizar los mínimos requeridos, ya que finalmente este sería el único ahorro e ingreso con el que contará la mayoría de la población colombiana.

La polémica que se creó por la baja de los rendimientos de los fondos privados entre enero y febrero debe ser, más que una alerta para el sector, un llamado para que los colombianos conozcan cómo están sus pensiones, cómo está rentando su ahorro, para que hagan planes que les ayuden a aumentar su dinero y que sean conscientes de que este se va construyendo con porcentajes que se pagan entre el empleador y el empleado. A su vez es un campanazo para que los fondos de pensiones y las empresas trabajen en la educación de sus trabajadores, con el fin de que no solo entiendan cómo funcionan las diferentes opciones que hay para cotizar, sino para que sean más conscientes de la necesidad que hay de ir construyendo un ahorro para su vejez.

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