Editorial

Las plataformas digitales también deben pagar

El marco impositivo global que evitaría que las empresas eludan impuestos al trasladar sus ganancias a países con tasas más bajas, puede ser una fase de la recuperación

LR

Diario La República · Las plataformas digitales también deben pagar

La guerra de tarifas tributarias entre países puede estar llegando a su final, luego de que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico alcanzara un acuerdo marco impositivo global que busca evitar que las multinacionales eludan impuestos haciendo competir a los países por sus ganancias por medio de tasas más bajas. Para muchos es un golpe a la economía de mercado y derrumba los incentivos de los gobiernos para atraer inversiones de portafolio a sus economías, pero para otros es una manera de obligar a que las plataformas digitales paguen impuestos más acordes a sus extendidos monopolios que han quebrado a miles de empresas locales, especialmente las dedicadas al entretenimiento y la información.

El papel de Estados Unidos fue determinante para este avance, pues al unísono las siete economías más grandes y toda la Unión Europea le dieron el visto bueno en la Ocde. La idea es que en octubre todo se legalice y que en 2023 sea una realidad para los sistemas tributarios de todo el mundo. El cambio radical es que economías como la colombiana se beneficie mucho más de la explotación comercial que hacen empresas como Google, Facebook, YouTube o Twitter de sus redes sociales; todas estas empresas dominan más de 70% del mercado publicitario local y sus estrategias monopólicas les ha permitido bajar las tarifas sin que el fisco nacional se beneficie.

Otro de los puntos débiles en las críticas a este impuesto es que las plataformas digitales no generan empleos formales, en cambio destruyen sectores completos de las economías domésticas. La guerra entre Netflix, Disney, HBO y Amazon, entre otros servicios de series, películas y documentales, es que se llevan el grueso del entretenimiento, vuelven raquíticas las industrias de medios en los países emergentes y de frontera, y poco o nada les devuelven a los mercados en donde son absolutos líderes.

El pasado jueves, la iniciativa de recaudar este impuesto global recibió el respaldo de 130 países de los 139 que conforman el llamado Marco Inclusivo, dentro del cual se desarrolla la negociación internacional. Un hecho sin precedentes que ayudará a equilibrar la cancha de juego, pues los actores de las plataformas digitales hacían competir a los países en una suerte de ‘bajasta’, para aprovecharse de quién tenía las tasas más bajas y se convertía en sede de las casas matrices de estos conglomerados.

Lo razonable y justo es que paguen los impuestos adecuados ante las enormes utilidades que obtienen del éxito generacional de las redes sociales, que se han convertido en un ecosistema de empresas que venden productos y servicios al amparo de estas plataformas que se benefician, pero no le devuelven nada a los mercados que los abrigan con su infraestructura tecnológica. En hora buena se le pondrá coto a que estas empresas chinas o estadounidenses utilicen modelos contables y legales amañados para trasladar sus ganancias a paraísos fiscales con el fin de eludir impuestos en sus naciones de origen.

Al oído de los estructuradores de la nueva reforma tributaria, en este avance puede haber una oportunidad para que dichas multinacionales paguen impuestos en proporción de su explotación, evitar que sean extractivas, y de paso cobrar la estela de destrucción de sectores locales que dejan a su paso.

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