Editorial

Las políticas contradictorias del comercio

Colombia mantiene arancel de 10% para textiles y calzados que salen de Panamá, una medida tan polémica como necesaria

Colombia mantiene arancel de 10% para textiles y calzados que salen de Panamá, una medida tan polémica como necesaria
¿Cómo puede Colombia empujar de un tratado de libre comercio con Panamá si tenemos aranceles para ciertos productos que entran desde ese puerto? ¿Se puede evitar que el consumidor colombiano compre productos chinos? ¿Es benéfica la cascada de tratados de libre comercio para los productores nacionales? Todas las anteriores son algunas de las preguntas que pueden hacerse en estos momentos de frenesí comercial colombiano, justamente cuando las importaciones superan levemente las exportaciones y cuando es cada vez más normal que los productos y servicios nacionales se suplan por otros traídos de diferentes mercados.
Hay  incoherencia en las políticas públicas de comercio exterior y tal vez sea el momento de pensar en que la cartera dedicada a este asunto vuelva a dividirse como antes funcionaba. No pueden coexistir juntas las políticas de protección y desarrollo industrial a la par con las del comercio exterior, muy enfocadas en abrir el mercado interno para que el consumidor acceda a bienes extranjeros de alta calidad y negociar simultáneamente la llegada de nuestros productos a otros países. 
El proceso de desindustrialización que vive Colombia y que se ha acentuado en los últimos años tiene que ver mucho con el crecimiento de la producción petrolera, la explotación aurífera, el carbón y el níquel, entre otros aspectos que han crecido en detrimento de actividades industriales. Pero lo que más ha golpeado a textileros, productores de calzado y  empresarios dedicados a la metalmecánica, son las importaciones de países más eficientes en estos frentes. A lo que se suma el contrabando proveniente de China, el tímido control en las aduanas y el nulo pudor del consumidor al comprar producción que no paga impuesto y destruye empleos. Es todo un cocktail de vicisitudes económicas que es determinante corregir si el país quiere generar empleo formal que brinde bienestar.
El caso con Panamá es una muestra de esa descoordinación de políticas públicas en el frente del comercio exterior. Ya la Asociación de Usuarios de la Zona Libre de Colón, en Panamá, la mayor zona franca de América, pidió al Gobierno panameño abstenerse de firmar el TLC acordado con Colombia hasta tanto Bogotá elimine medidas arancelarias que protegen a sus sectores textil y de calzado. “Nos parece ilógico firmar un TLC con un Estado que nos está aplicando medidas anti-libre comercio”. Y lo peor es que tienen razón: los aranceles no son mecanismos modernos de protección a la producción nacional. No se puede hablar de un país abierto, si por otro lado se cierra el mercado a ese tipo de bienes.
El tema es polémico y trascendental. Dos características que lo hacen de urgente abordaje.