Editorial

Las reinvención de las cámaras de comercio

<p>El Gobierno Nacional y los mandatarios regionales y locales deberían aprovechar mejor la mega estructura de las cámaras.&nbsp;</p>

Con un nuevo marco legal que se discutió durante dos años y que pretende darles gobernabilidad, las 57 cámaras de comercio discuten por estos días acerca de su futuro como instrumentos de desarrollo regional, en un país en el que el poder central ha “recuperado” un espacio a pesar de los intentos de estimular la descentralización, que paradójicamente están en todos los planes cuatrienales de desarrollo.

La reforma a las cámaras tuvo como objetivo ponerle ‘coto a las maniobras de distintos grupos empresariales y políticos para apoderarse de las juntas directivas usando esquemas poco ortodoxos. Lo que pasó en Barranquilla, Villavicencio y Bogotá fueron lecciones poco gratas en contra de esas entidades, maniobras fraudulentas que fueron controladas a tiempo.

La nueva Ley, cuya reglamentación seguramente se conocerá en la asamblea de Confecámaras, coloca requisitos legales y éticos para ocupar un puesto en la junta directiva de las cámaras, extiende de dos a cuatro años el tiempo para ocupar la distinción y fija condiciones para la realización de las elecciones en cuanto a afiliados y matriculados, dando a los presidentes ejecutivos un poder especial para impedir ese acoso. En ese sentido, es acertada la determinación de exigir dos años de matrícula para ser afiliado y dos años más para ocupar un puesto en la junta. 

Sin embargo, cabe preguntarse si la discusión debería ir más allá de la mecánica electoral o se perdió la oportunidad de buscar que el sistema cameral fuera un instrumento de apalancamiento del desarrollo regional para empujar una descentralización que el país reclama buscando un mayor equilibrio frente al ejecutivo nacional. Las cámaras de comercio tienen una ascendencia importante en las regiones y se han convertido en instrumentos para la promoción y el fomento empresariales, pero podrían ser más eficaces en ayudar a elevar la competitividad regional, una de las debilidades más protuberantes. También podrían buscar modelos de innovación en muchas áreas, incluyendo el manejo de los asuntos públicos regionales, más allá de la firma de convenios interadministrativos a través de los cuales muchas veces se hace quite a las normas de contratación estatal.

Las regiones tienen vacíos como la planeación y la carencia de información concreta no solo cuantitativa sino cualitativa que les permita conocer sus verdaderas potencialidades. Aquí también las cámaras podrían ser mecanismos concretos y crear observatorios de coyuntura que sirvieran de ruta a alcaldes y gobernadores y también para que el mismo Gobierno Nacional formulara políticas. Por delegación del Estado, las cámaras tienen a su cargo el registro empresarial, pero son entidades privadas, lo cual garantiza agilidad en los procesos, no muy común en el sector público.