Editorial

Lo bueno, lo malo y lo feo que se viene

En un año, en este momento, estará tomando posesión el nuevo presidente que debe recibir la economía en mejor estado que la actual ¿Qué le deparará su último año al Presidente?

LR

Diario La República · Lo bueno, lo malo y lo feo que se viene

“El bueno, el malo y el feo” es una emblemática película estrenada en 1966 del género spaghetti western, que mezclaba una buena dosis de oeste americano con música de Ennio Morricone y un toque fashion italiano, pero esa es otra historia, lo que ahora corresponde es tomar prestado su pegajoso título, usado muchas veces en el periodismo para dividir o segmentar tres caras de una situación y que ahora usamos para mirar que será lo bueno, lo malo y lo feo que tendrá que enfrentar el presidente, Iván Duque, en sus últimos 365 días, 8.760 horas o 525.600 minutos.

El año que corre cerrará con un crecimiento económico histórico no inferior a 6%, a la luz de los pronósticos de la banca multilateral, las universidades y los centros de investigación. El próximo agosto, las cosas no serán tan buenas, pues la comparación trimestral se hará contra un año bueno como será 2021. Duque tendrá en lo que resta de su mandato el mejor momento económico, no solo porque surfeará en la ola de la reactivación, sino porque el país vive un momento sin recientes de exportaciones tradicionales y no tradicionales. Más de medio millón de familias cafeteras están con los bolsillos llenos por los buenos precios y la alta demanda del grano; lo mismo, para los floricultores y bananeros. Ni qué decir de los petroleros que entran a una fase de vacas gordas. Todos beneficiados por la tasa de cambio que beneficia a los exportadores. Las tasas de interés también están en un nivel histórico, se mantendrán bajas y el consumo será nuevamente el eje vital de la economía. Los alcaldes -que no han podido gobernar por la pandemia- empezarán a hacer obras públicas, fuente importante para reducir el desempleo.

Son más las cosas buenas las que le deparan a Duque que las malas y feas. Lo que necesita son ministros ejecutores de buen remate de administración y una alta gerencia que se la juegue por entregar obras, no por buscar irse a una embajada, consulado o delegación de Procolombia, como es habitual.

Lo malo viene de la campaña política visceral que la oposición le hará a su remate de gobierno. Hay muchos candidatos de centro e izquierda, incluso fuego amigo del Centro Democrático y Partido Conservador, que le van a jugar al desprestigio y desconocimiento de su legado. Ahora más que nunca vigilarán que tanto alcaldes, gobernadores y demás ejecutores presupuestales activen la ley de garantías para que nada se vea. Siempre hacer campaña contra un gobierno saliente será más fácil que hacer propuestas para los próximos cuatro años. Duque debe enfrentar las malas cifras de desempleo y una deuda externa inocultable que dejará, más que la olla raspada de las finanzas públicas, casi que sin olla, sobre lo que gravitará la discusión electoral por la presidencia de Colombia.

Lo feo viene de la mano de las traiciones de algunos que trabajaron con el Presidente por tres años, pero que abandonarán el barco en el último tramo para montarse en alguna otra campaña y seguir siendo funcionarios. La soledad de un Presidente en el último año es tradicionalmente fea, pero la de Duque será mayor porque ha sido un mandatario ajeno a la milimetría burocrática, ni se la ha jugado para reelegirse en otra persona. Se puede hablar de lo bueno, lo malo y lo feo, pero quizá más adelante se hable del bueno, del malo y el feo, como realmente se llamada la película de Sergio Leone.

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