Editorial

Lo que no se mide o califica, no mejora

<p>Ministros y funcionarios clave para la economía deben saber de primera mano qué opinan los empresarios, gremios y academia de su gestión.</p>

Hace seis años el periódico La República realiza la Gran Encuesta Empresarial, actividad que ya alcanza su versión número XV, mediante la cual un grupo de 600 líderes de las empresas, los gremios y la academia, califican al Gobierno Nacional, representado por sus ministros, superintendentes más importantes y los altos funcionarios de las oficinas de gran importancia para los negocios. Somos unos convencidos que lo que no se mide o califica no progresa.

Sería muy fácil contratar una firma encuestadora, pero la experiencia nos dicta que es mejor en este caso periodístico recoger personalmente los datos para tener mayor precisión de las calificaciones y comentarios, pero sobre todo de conocer la percepción directa de cada empresario, líder gremial o académico sobre la administración nacional. Este trabajo de campo coincidió con el largo paro camionero que le está pasando la cuenta de cobro a muchas de las actividades económicas, cabalgando como un nuevo jinete del Apocalipsis, que se suma al daño económico hecho por la acentuada devaluación del peso, el fenómeno de El Niño del primer semestre, la inflación y las altas tasas de interés. Unas situaciones son causas y otras consecuencias, pero todas con relación directa a la producción nacional.

En términos generales, las calificaciones se mantienen en las mismas líneas de diciembre pasado, con una ligera baja. Los nuevos ministros apenas comienzan, y son calificados son cierto escepticismo sobre su incipiente gestión al frente de carteras que se espera mucho. Hay unos que no arrancan, especialmente los de los ministerios más sonoros o de mayor relación con los empresarios, los llamados “formadores de economía”. Los funcionarios de las superintendencias son muy valorados y respetados, pero la nota depende de las investigaciones hechas o de la diligencia y modernidad de esas oficinas públicas. En lo que tiene que ver con los directores de entidades, su gestión casi no es reconocida, los responsables no son protagonistas de sus propias funciones y son unos perfectos desconocidos por la inmensa mayoría de los empresarios.

Llama la atención el caso del ministro de Salud, Alejandro Gaviria, que a pesar de las críticas sobre su sector, sea destacado con la nota más alta, muchos basados en las políticas públicas y el manejo financiero que ha propuesto. Los otros casos destacados no son nuevos. Se trata del director de la ANI, Luis Fernando Andrade; el Supersociedades, Francisco Reyes; y el Superindustria, Pablo Felipe Robledo, quienes se han destacado con notas por encima del promedio en las últimas encuestas. Estas calificaciones son claramente subjetivas y distan mucho de la evaluación de políticas públicas que otras entidades realizan. Creemos que es una herramienta que ayuda a que los ministros y demás funcionarios mejoren y se comprometan más las necesidades el país.