Los beneficios tributarios en la reactivación
lunes, 15 de julio de 2024
El Gobierno está metido en un inédito problema de caja y además tiene el imperativo de presentar un plan de reactivación con unos beneficios tributarios ¿quién va a pagar todo?
Editorial
La última vez que se oyó hablar de que el Gobierno Nacional tenía caja para unas pocas semanas fue durante la pasada administración, por allá en 2021 en medio de los estragos económicos generados por la pandemia.
El ministro de Hacienda de la época, Alberto Carrasquilla, dijo: “ahora sí llegó el momento de la reforma fiscal (...) porque el país tiene caja para unas seis o siete semanas, aproximadamente”. Le llovieron rayos y centellas a lo que el ministro contestó en un seminario de Anif: “lo primero que preguntan en esos escenarios es: ¿y estos señores sí nos van a pagar? Necesitan que se les envíe un mensaje muy claro en el sentido de que estamos haciendo lo necesario para financiarnos, servir las obligaciones que tenemos y poder mantener la estabilidad macroeconómica que ha caracterizado a Colombia (...) Estamos muy cercanos a tener la situación muy latinoamericana de convertirnos en un país que tiene dificultades en el servicio de su deuda pública”.
Hoy las cosas están nuevamente muy cerca de esos días y el dinero con que cuenta el Gobierno Nacional actual es de unos $8 o $10 billones en caja para atender muchos de los compromisos con la banca multilateral y honrar las abundantes promesas de subsidiar a quien pida plata. Es un hecho que el ministro de Hacienda actual, Ricardo Bonilla, no lo tiene fácil y debe encontrar la manera de recaudar más, prestar más, ahorrar más, recortar más, unos imperativos bien complicados porque la gente lo que menos espera es una nueva reforma tributaria en medio de los intensos gritos que piden reactivación y un plan diseñado por la administración central.
Recientemente, el Gobierno le presentó a los gremios el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación, nombre que tendrá el plan de reactivación, que estará financiado por recursos del Sistema General de Regalías, que no se han ejecutado y suman $16,8 billones. Esos recursos están asignados a entidades territoriales, convocatorias del Gobierno, instancias étnicas y a Cormagdalena.
Los pormenores del plan de reactivación tendrán un componente de beneficios tributarios encaminados a incentivar a las empresas para que se sumen a la iniciativa. Pero el nubarrón que se cierne sobre la importante iniciativa es quién pagará el almuerzo; como dicta Friedman: “no hay almuerzo gratis” y de alguna parte saldrán los recursos para financiar el millonario presupuesto de 2025 e inyectarle nuevos recursos a la parada inversión.
Nadie sabrá, hasta el 20 de julio, cómo van a operar los incentivos tributarios que suenan para los empresarios; no se sabe en qué van las inversiones forzosas para el sistema financiero, ni a dónde irán a parar las reformas estructurales que comprometen al sistema de salud y laboral. Son muchas las cosas con las que comienza el tercer año de gobierno y el palo no está para hacer cucharas; hay afugias económicas, la economía crece muy poco, la inflación ha resucitado y las exportaciones no son dinámicas ni diversas.
El tercer año de Gobierno, como muestra la historia, es el año del Gobierno Nacional, es allí en donde puede mostrar más experiencia. El último año, 2026, es totalmente electoral enfocado en preservar y hacer valer los logros alcanzados. Durante el segundo semestre se escribirán los grandes hechos económicos de 2025, y ojalá sean buenos o mejores que los hasta ahora presentados.