Editorial

Los cafeteros no son un cartel

La salida de estados Unidos del pacto cafetero mundial no perjudica las ventas externas del grano pero sí obliga a modernizar la industria

Editorial

Hay mucho ruido en el concierto económico mundial desde que Estados Unidos agitara el globo con aranceles al acero y el aluminio a China, y el gigante asiático respondiera con la misma moneda al imponerle altos impuestos a las importaciones de productos cárnicos y vino provenientes del país de Trump. Ahora las autoridades estadounidenses han decidido retirarse de un pacto cafetero que había sido acordado con los países productores en 2007 en el marco de la Organización Internacional del Café, firmado durante la administración de Barack Obama.

Si bien no son cosas comparables con la guerra de aranceles entre China y Estados Unidos, si son pequeñas escaramuzas que se convierten en serios indicios comerciales de que algo está cambiando en el mundo. Cualquier convenio comercial sin la presencia de Estados Unidos está cojo y hay que buscar la manera de enderezar la situación. El sector cafetero privado en Estados Unidos, es decir los grandes tostadores (Starbucks, Coca Cola, Dunkin Donuts, entre otros menos conocidos) están representados por la Asociación Nacional del Café y la Asociación Especializada del Café, gremios muy poderosos en la cadena que habían apoyado a los países cafeteros para sostener calidad, proteger ataques y sobre todo que los precios fueran estables. Todo eso cambiará, así los productores colombianos hayan salido rápidamente a minimizar la situación, pero lo cierto es que entraron de manera inesperada a otro escenario en donde la cooperación de Estados Unidos quedó fuera del tablero cafetero.

El Acuerdo Internacional del Café buscaba proteger a más de 25 millones de productores, en su mayoría pequeños y a más de 125 millones de personas que devengan sus sustentos del café. Las exportaciones creen a ratas mensuales inferiores a 1%, cifras muy bajas si se tiene en cuenta que los insumos para la producción suben. Colombia ya no es el segundo exportador después de Brasil como históricamente lo fue, ahora ocupa el octavo lugar y ve como sobrevive a una disminución en su producción anual de 7%.
Pero el mercado cafetero ha cambiado notablemente en las últimas dos décadas y no está dominado por un cartel -tipo Opep- como sucedía durante las grandes bonanzas del grano en los años 60 y 70. Se espera que el anuncio de Estados Unidos de salirse del pacto cafetero no debe tener consecuencias en los precios internacionales, dado que el acuerdo no es de precios sino de desarrollo y competitividad. El último cartel de precios cafeteros murió el 3 de julio de 1989, fecha en la que el mundo cafetero nunca volvió a ser el mismo, luego de que los representantes de los países de la Organización Internacional del Café para sepultar un pacto que establecía no solo cuotas de producción (al igual que la Opep), sino que controlaba la oferta garantizando precios para los cafeteros de todos los países. A partir de ese momento, la competencia por morder un pedazo del mercado mundial del grano es muy dura y cada vez llegan más países con mejores prácticas que entienden que le desarrollo de marcas y la conquista de nuevos públicos y mercados tomadores de café son imperativos a los cuales no se les puede evitar.

Así no se quiera aceptar en público esta noticia es un baldado de agua para los cafeteros colombianos, justo en tiempos de elecciones de los comités regionales que deben empezar a pensar en el futuro del sector y su producción.

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