Editorial

Los cambios son más que necesarios y refrescantes

<p>Así como la reforma tributaria se fue para el segundo semestre, la crisis ministerial en bloque o a cuenta gota debe hacerse inmediatamente.</p>

El nombre es lo de menos, pero es entendible que con el paso del tiempo, el gobierno de turno comience a mostrar señales de desgaste y agotamiento, que en un régimen presidencial se expresa en la imagen del primer mandatario que sigue a la de su equipo de trabajo. Es evidente que el ejecutivo tenga que asumir el costo político de las acciones del equipo, al igual que el director de la orquesta responde por la pieza musical en forma integral.

El mecanismo tradicional para recuperar la confianza en la acción oficial es un ajuste en el gabinete en las áreas en las que el desgaste es mayor y resulta más evidente la necesidad de un segundo aire. El modelo debe resultar compatible con el equilibrio que implica la participación de las distintas fuerzas que acompañan al gobierno y en esos términos resulta ser un ejercicio de alta filigrana, pues finalmente en la generalidad de los casos, los ministros representan distintas corrientes, así respondan por los asuntos de Estado.

Los problemas que enfrenta el país parecen mostrar que ha llegado el momento para el Gobierno de hacer algunos relevos que permitan a la orquesta un trabajo mucho más coordinado en algunos casos y de concreción de políticas en otros. Sin embargo, debe ser claro que el manejo de los asuntos de gobierno no puede dividirse en compartimientos aislados sino que es el resultado de un trabajo global entre las distintas carteras. El manejo de la política rural trasciende al Ministerio de Agricultura y menos es un asunto de la mera producción de alimentos para atender una coyuntura adversa de precios como la que se está dando en este momento. Hablar de ruralidad implica considerar variables que se refieren a la forma de vida de una proporción significativa de colombianos y que pasan por asuntos como la salud, educación y formación, infraestructura y vivienda, entre otros aspectos y cada uno de esos temas corresponden a un manejo de gobierno y no a un ministerio en particular. 

Lo mismo se puede aplicar a la política de los recursos naturales, que aunque tienen en el medio ambiente un asunto relevante no es el único, sino que pasa por la explotación de tales recursos, el cumplimiento de la normatividad y aplicación de fallos judiciales y la coordinación con el trabajo de los entes territoriales. Y en los mismos términos, se puede hablar de muchas áreas del funcionamiento del Estado.

Sin duda que el ejercicio democrático del Gobierno tiene un gran activo en el consentimiento de los ciudadanos y el ejecutivo debe preocuparse por ello, más allá de los sondeos y encuestas. Y en ese orden, el estilo de gobernar debe enviar señales que no permitan dejar duda acerca de la transparencia, coherencia y capacidad para manejar los asuntos, respetando derechos ciudadanos, pero demostrando seriedad y energía cuando sea necesario. 

En el delicado proceso de paz es fundamental la claridad en esos mensajes, más sin se tiene en cuenta que la contraparte parece guiar su accionar por la provocación e incumplimiento de las reglas acordadas. De nuevo, la integralidad es condición sin la cual no se logra el objetivo y el ajuste ministerial sería una oportunidad desaprovechada.