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Los cinco cisnes negros a la colombiana

Gráfico LR

Son hechos imprevisibles que cuando ocurren desencadenan disrupciones que cambian lo establecido, no pueden confundirse con situaciones trágicas comunes previsibles

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Diario La República · Los cinco cisnes negros a la colombiana

El concepto de cisne negro, según Nassim Taleb, es una de las aplicaciones predictivas más usadas en el mundo de la economía y las finanzas, que busca identificar situaciones derivadas de fórmulas econométricas, probabilidades, teoría de juegos y distintas aproximaciones matemáticas, para predecir hechos que están el terreno de lo impredecible.

Los economistas del banco de inversión danés, Saxo Bank, ya listaron los sucesos que pueden cambiar el mundo en 2024, con base en sus ejercicios matemáticos muy sofisticados; si acudiéramos a una aproximación con la misma tarea, más coloquialmente, y lo colombianizáramos, tendríamos algo así como qué no es un cisne negro en Colombia y qué puede convertirse en uno.

Taleb, en su libro ‘El Cisne Negro, el impacto de los altamente improbable’ (Paidós, 2011), plantea que “es un hecho atípico, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas habituales, porque nada en el pasado puede apuntar de manera convincente a su posibilidad (...) además, tiene un impacto extremo (...) y a pesar de su estatus atípico, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones para su ocurrencia después del hecho, haciéndolo explicable y predecible.

Si bien Taleb asocia sus ejercicios a la economía, varias ciencias sociales lo aplican en sus distintas áreas. Puede ayudar a aclarar que la pandemia no fue un cisne negro, pues se veía venir y era predecible; pero el éxito de Google y YouTube, y hasta el 11-S, sí son cisnes negros.

“Los humanos -por naturaleza- nos empeñamos en investigar las cosas ya sabidas, olvidándonos de lo que desconocemos. Ello nos impide reconocer las oportunidades y nos hace demasiado vulnerables al impulso de simplificar, narrar y categorizar, olvidándonos de recompensar a quienes saben imaginar lo imposible”.

Es contundente decir que nada que se pueda plantear y que puede ser real es un cisne negro; a la colombiana no es un cisne negro plantear que el sistema de salud colapse por la incertidumbre; ni tampoco que haya una estampida de inversiones empresariales derivada de la reforma laboral más leonina contra el sector productivo; en cambio sí puede obedecer al concepto original una dolarización de facto, como consecuencia de una acelerada devaluación del peso. Una suerte de la gente escoge su moneda de cambio (primer cisne negro).

El segundo, más geopolítico, es la maduración de una república independiente en el Pacífico que va desde la Provincia de Esmeraldas en Ecuador hasta Buenaventura en Colombia, fortalecida por la inoperancia de los estados y su especialización en las economías subterráneas que poco a poco desestabilizan a sus países vecinos.

Un tercer cisne negro, suceso improbable de gran impacto, tiene que ver con el destaponamiento del tapón del Darién, vía autopista de caminos reales de inmigrantes. Nuevamente, las economías subterráneas logran integrar por tierra a la vieja provincia de Panamá con Colombia. Improbable, pero raro y disruptivo es que la insistencia por la sostenibilidad y preocupados por el calentamiento global, países como Colombia pierdan la soberanía en la Amazonía.

Y el quinto cisne negro, en este juego de las probabilidades no probables, pero de ocurrencia con cambios radicales, está la aceleración del federalismo, vía enfrentamiento del Ejecutivo con las regiones, dando origen al gran debate del futuro, Colombia un país de países.

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