Editorial

Los consejos de los economistas a los candidatos

El país político y económico no debe entrar en tregua de propuestas, justo al terminar uno de los mejores años en cuanto al crecimiento y la recuperación. No es malo empezar a oír.

Editorial

Colombia goza de una sana democracia en la que todos los matices políticos y posturas ideológicas tienen su espacio, y luchan por curules en el Congreso y por el manejo del Gobierno Nacional desde la Casa de Nariño; así ha sido desde hace casi siete décadas, cuando sucedió por última vez un zarpazo al voto ciudadano, acción muy común en el incipiente país del siglo XIX. La Colombia de hoy es un ejemplo de contiendas políticas, electoreras y de espacios ciudadanos que legitiman la segunda democracia más antigua del continente, pero no vacunada contra las ideas populistas de izquierda y derecha, que buscan ganarse el favor de los electores con propuestas dañinas, ingenuas o atemporales, casi todas ellas desconocedoras del entorno internacional y de las realidades regionales del país. Las propuestas, los consejos, las opiniones y los análisis de colombianos experimentados y jugados por el bienestar del país son bienvenidos; por tanto, no hay que dejar en saco roto y recordarles permanentemente a la gran cantidad de candidatos a la Presidencia que hay realidades innegables y reformas imperativas. Casi un centenar de académicos y exfuncionarios expertos en asuntos hoy candentes en el debate nacional, les han enviado a todos aquellos que buscan el Ejecutivo, y por qué no un puesto en el Senado o la Cámara, un paquete de acciones urgentes para empezar a hacer y no dejar que el buen año que se cierra sea solo resiliencia y de rebote, sino un nuevo comienzo, una suerte de posta que deben tomar para no dejar parar al país.

Les preocupa la precaria situación fiscal; el endeudamiento público, que supera 64% del PIB; la casi imposible reducción del déficit; la incapacidad de aumentar los ingresos tributarios, entre otras cosas no menos importantes; pero lo que más llama la atención es la advertencia sobre las expectativas de gasto social, “dados los altos niveles de desigualdad, desempleo y pobreza”, todos ellos problemas causa de la compleja situación de orden público en varias regiones. Es simple -dicen los expertos en su misiva- con las políticas actuales se regresará a tasas de crecimiento inferiores a 4% anual, “insuficientes para corregir el desequilibrio fiscal y responder a la presión social”. Hay retos importantes en la seguridad social, el sistema pensional tiene graves problemas de financiación, cobertura y es regresivo; en materia de salud, tampoco hay cobertura y depende mucho de cargas a la nómina de los empleadores, convirtiéndose en auténticas talanqueras a la hora de generar nuevos empleos formales.

Tal como también lo anota Fedesarrollo en su documento: “Reformas para una Colombia postCovid: hacia un nuevo contrato social”, es determinante que los candidatos miren la nueva situación y los retos pendientes, de tal manera que no sigan haciendo propuestas descabelladas, populistas o ajenas a la solución de los verdaderos problemas. La Colombia del 2022-2026, tiene los mismos problemas de la década anterior, pero con las nuevas externalidades, por ejemplo, el cambio de modelo energético que se presiona desde afuera. Hay muchas exigencias de apurar la transición energética, pero no se debe desconocer que Colombia es un país que depende mucho del petróleo, el carbón y el gas; los pretendientes de la Casa de Nariño, lo primero que deben entender es que estamos en Cundinamarca y no en Dinamarca.

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