Editorial

Los enredos del vecindario no deben contagiarnos

<p>De Panamá a Perú, pasando por Brasil y Venezuela, las cosas no marchan bien, es allí donde Colombia debe preservar su papel de país estable y en crecimiento.</p>

No es sino mirar el vecindario de Colombia para hacer un recorrido breve por los problemas crónicos políticos y económicos de América Latina, situaciones que todos creíamos haber superado en el siglo XX. Si miramos al norte y comenzamos por Panamá, vemos que las cosas no auguran un buen futuro luego de que EE.UU. y las organizaciones no gubernamentales formadoras de opinión pública destaparan los llamados Panamá Papers, una trama financiera que mezcla lavado de activos, paraísos fiscales y cuentas bancarias corruptas. Esto tiene entre la espada y la pared al gobierno, que está obligado a reinventar esa pequeña economía caribe, hasta ahora vinculada o soportada en la gestión logística del Canal y en la administración de cuentas bancarias, que en el mejor de los casos quieren escapar de la inseguridad de otros países, o en el peor, de las regímenes tributarios alcabaleros.

Lo ocurrido en Panamá tendrá grandes consecuencias para la economía del istmo gobernado por Juan Carlos Varela, un mandatario que tiene un férreo enfrentamiento con opositores internos y está bajo la lupa internacional de poderosas instituciones de transparencia global como es la Ocde, que debe volver a llevar el nombre de Panamá a la lista de paraísos fiscales. El caso de Venezuela es el más grave desde lo político y económico. El país vecino dejó de crecer hace casi un lustro, cabalga en la ola de inflación más alta del mundo, 180% anual y tiene que enfrentar un fenómeno de desabastecimiento sin precedentes. Es un verdadero polvorín social al que todos los países vecinos se han sentado a esperar que explote. Las consecuencias de la inminente quiebra venezolana serán graves para Colombia, que sigue siendo su buen vecino, en donde compran bienes de consumo de primera necesidad y se ha convertido en un destino para los que buscan un escampadero económico cercano a su país.

Si bien Brasil es un gigante con baja presencia en la economía colombiana, todo lo que allí suceda puede afectar nuestro país, vía precio de los comodities y en términos de estabilidad regional. Para entender lo que sucede en Brasil debemos conocer de cerca su sistema federal y la eterna relación incestuosa entre política y empresarismo. Brasil es la segunda economía de Iberoamérica y uno de los países que está llamado a mantener un equilibrio regional, pero poco a poco se aleja de ese papel de liderazgo. Todo borrado por una corrupción voraz.

Y si miramos al sur, vemos a un Ecuador con serios problemas de finanzas públicas afectadas por una dolarización de hace ya dos décadas y unos precios del petróleo bajos que le han pasado la cuenta de cobro a toda la inversión social, en un país experto en tumbar gobiernos. Terminamos con Perú, donde todo prospera hasta ahora, pero la llegada de Keiko Fujimori al gobierno escribirá una nueva página de revuelta social y de polarización, que le pasará cobro a su admirado crecimiento.