Editorial

Los eternos convidados de piedra

Gráfico LR

Ser concejal es un rol que imprime carácter en los municipios colombianos, no son una junta directiva como se ha querido decir, son los verdaderos gobernantes cuando así lo quieren

Editorial

Con los concejales sucede lo contrario que con los diputados, mientras los primeros son determinantes para el futuro de los pueblos y ciudades, los segundos son personajes políticos que ni suenan ni truenan en el poder regional colombiano.

Para los 1.103 concejos que funcionan en Colombia, para igual número de municipios, se postularon en las últimas elecciones 106.429 personas y se eligieron a 12.072 que tienen un rol político-administrativo, es un órgano colegiado deliberante primordial para el funcionamiento local.

Según el artículo 312 de la Constitución, los concejos municipales están conformados mínimo por siete personas y no más de 21, por periodos de cuatro años. Tienen como función específica controlar, preservar y defender el patrimonio ecológico y cultural de los municipios, al tiempo que autorizan a los alcaldes para celebrar contratos.

Expiden el presupuesto anual; adoptan tributos y gastos locales; planes y programas en los que se establezcan el desarrollo económico, social y de obras públicas; determinan la estructura de la administración municipal; decretan funciones y escalas de remuneración; eligen personeros y contralores; vigilan todas las actividades relacionadas con la construcción y enajenación de inmuebles, especialmente los de vivienda.

Pero lo más importante es que ejercen control político de la administración y proponen mociones de censura a los secretarios del despacho del alcalde.

No hay reglas mínimas de quién puede ser concejal en Colombia, lo cierto es que a esa corporación llegan personajes variopintos que no han hecho más en la vida que conseguir votos o gozar de buen reconocimiento mediático, quizá, esa sea una de las cosas pendientes en las reforma política siempre en ciernes y es revisar las dimensiones en el ser y el hacer de los concejales; algunos hacen muy bien su papel y son determinantes en la construcción local, pero hay algunos otros que no tienen las cualidades para discutir ni construir municipalidad.

Debe haber unos mínimos de experiencia laboral y formación académica para llegar a ser concejal de los pueblos y ciudades, hoy no se requiere nada, pero sería mucho mejor que el bagaje fuese más amplio en bien de los electores. Los municipios de categoría especial, primera y segunda pueden pagar 150 sesiones ordinarias y hasta 40 extraordinarias al año.

Los de tercera a sexta categoría, tienen 70 sesiones ordinarias y hasta 20 sesiones extraordinarias anualmente. Cotizan a pensión, salud, Administradoras de Riesgos Laborales y caja de compensación familiar, con cargo al presupuesto de la administración municipal, sin que implique un vínculo laboral, todo un andamiaje que debe ser tenido en cuenta para exigirles en su rol fundamental de constructores municipales.

No deben ser unos convidados de piedra de la administración pública; no son una suerte de junta directiva del alcalde ni su consejo asesor, son unos verdaderos responsables de las necesidades de sus pueblos y ciudades, temas que deben llevar a debates y tratar de solucionar con el alcalde.

En las capitales, los concejales son una suerte de canteranos a congresistas y en los pueblos un eslabón atrás para aspirar a ser alcalde. Desde 1991 no se ha revisado el tema de ser concejal, pero el país ya ha madurado y son muchas las adecuaciones que deben hacerse a unos roles fundamentales para la formación regional del país.

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