Editorial

Los mandos locales deben unir sus intereses

<p>Municipios&nbsp; y distritos no son totalmente autosuficientes, le deben a sus regiones gran parte de su comercio y economía. Deben trabajar juntos.</p>

Alcaldes y gobernadores están cumpliendo 100 días al frente de sus administraciones y aunque es prematuro e injusto pedir resultados concretos, los ciudadanos ya se han hecho a una idea de lo que le espera a su región, el estilo de administración que vivirán y el manejo de las relaciones con los distintos agentes sociales, incluyendo a la clase política que tiene asiento en el concejo y en la asamblea. Sin duda que la mayoría, por no decir la totalidad, de los mandatarios elegidos en octubre pasado generaron unas expectativas que les permitieron convencer a la mayoría de los electores y ahora deberán plasmarlas en sus planes de acción y desarrollo sobre una realidad que heredaron de las pasadas administraciones y que da origen a los llamados “cortes de cuentas” que políticamente son rentables, pero no necesariamente convenientes por la polarización social que generan y porque distraen la atención, el tiempo y los recursos que deben ir a las verdaderas prioridades.

No es que a partir del día siguiente al 100 se exija la ejecución de planes y proyectos de los gobiernos seccionales, como tampoco ocurre con el Presidente de la República, pero sí es la hora de exigir que la hoja de ruta se tenga definida y no se continúe haciendo proselitismo o con el mismo discurso de la campaña electoral, al igual que vigilar porque quienes lleguen a la administración tengan la capacidad, conocimiento y los antecedentes que los habiliten. Los voceros de la clase política y dirigentes acostumbran a decir con una dosis de jocosidad que alcaldes y gobernadores elegidos con su apoyo no acatan órdenes y que se creen reyes locales, lo cual no deja de producir cierta admiración por las señales de independencia que pueden manejar, aunque resulte criticable el tufillo de omnipotencia que sin necesidad adquieren algunos de ellos. 

Hay que evitar la descoordinación que se evidencia, no en todos los casos, entre la gestión local y la administración departamental o porque la afiliación política no es la misma, enemistades del pasado  o porque se quiere demostrar quién tiene mayor poder o presupuesto. Los mandatarios deben entender que los costos de esa confrontación lo terminan pagando los ciudadanos. Esto es válido también en la búsqueda de la conciliación entre los objetivos del desarrollo local y regional, pues es errada la idea de algunos mandatarios, especialmente alcaldes, quienes consideran que su territorio es autosuficiente en todo. En particular, esto es válido para las grandes ciudades que reciben de otros municipios la casi totalidad de la oferta de productos básicos y buena parte de la mano de obra que requieren las empresas. Temas como transporte, movilidad, infraestructura, desarrollo empresarial y urbanístico deben ser objeto de concertación y comunicación permanente e instrumentos como los planes de ordenamiento territorial no pueden elaborarse aisladamente sin que ello implique la pérdida de identidad.