Editorial

Los negocios urbanísticos que se vienen

El teletrabajo no solo llegó para quedarse, sino que rediseñará el espacio de los hogares, al tiempo que le impondrá retos al urbanismo, como es desarrollar las ciudades de 15 minutos

Editorial

Vivir en las afueras de las grandes ciudades; trabajar desde la casa o desde cualquier lugar conectado; rediseñar el concepto de oficina; compartir espacios de coworking y avanzar en la tendencia de la “ciudad de los 15 minutos”, son algunos de los retos que le impone la larga pandemia a los urbanistas en las metrópolis, al tiempo que obliga a la alta gerencia de las compañías a asimilar el futuro inmediato y a brindarles a sus colaboradores espacios idóneos en dónde hacer las tareas contratadas.

Es un hecho que las grandes ciudades se están zonificando a gran velocidad, pues pocas personas quieren exponerse en la calle, en el transporte público o en la oficina, todo el mundo quiere ir caminando o en bicicleta al lugar de trabajo cuando es inevitable; quiere aprovechar trayectos cortos en los que se inviertan solo un cuarto de hora. Lo mismo aplica para ir a estudiar, a mercar, a la clínica o a un centro comercial. Un anhelo generalizado que se precipitó con la pandemia y que poco a poco empieza a ser la tendencia en los países más desarrollados o centros urbanos atestados de gente y vehículos.

Quien está hablando del tema es Carlos Moreno, un urbanista radicado en París que ha desarrollado la teoría de la “ciudad de los 15 minutos” que brinde una movilidad reducida que no exponga a las personas en esta coyuntura. Moreno es director científico de la cátedra Emprendimiento, Territorio e Innovación de la Universidad de la Sorbona y en entrevista a El País de España con Tomás López, “defiende un cambio de modelo urbano radical que va mucho más allá de la restricción a los vehículos privados”.

Dice el urbanista que “el mundo se fue volviendo cada vez más urbano, y el modelo de las ciudades no cambió. Ese modelo, en el que te tienes que levantar a las seis para ir a trabajar y nunca tienes tiempo para nada, lleva una contradicción sistémica en su interior. El cambio climático la puso sobre la mesa, y ahora la pandemia la ha amplificado. No es una crisis nueva, es una crisis amplificada (...) La creación de riqueza no está ligada a la movilidad, sino a la oferta de servicios y a cómo se accede a ellos. Lo que han puesto en tela de juicio los confinamientos es nuestra forma de producir y consumir.

Tenemos un modelo de ciudad insostenible, no podemos seguir viviendo como si no hubiese cambio climático. La pandemia ha puesto una lupa enorme en esta situación”.

Es de perogrullo insistir en que hay que hacer de esta situación-problema desatada por el covid-19 una oportunidad socio-económica para repensar muchas cosas, pero para eso hay que tener disposición y no ser resistente a los cambios que imponen las restricciones, los aislamientos, las cuarentenas, el miedo a las aglomeraciones, a las multitudes y al contacto básico con superficies.

Esta situación de miedo e incertidumbre va durar más tiempo de lo previsto y no hay que esperar a que el virus se evapore, como tal vez suceda, o se encuentre una vacuna en su contra, la sociedad con todos sus actores deben montarse en el tren de los cambios precipitados y poder mirar las oportunidades que desencadenaron con la pandemia. Hay negocios urbanísticos que se vienen y son los actores de la construcción los que deben ser proactivos para poder desarrollarlos. No obstante, los alcaldes deben avizorar los esquemas legales de estas tendencias.

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