Editorial

Los pecados detrás de los paros

El Gobierno se ha equivocado en el manejo de los paros, pero quienes protestan le están haciendo mucho daño al país

El Gobierno se ha equivocado en el manejo de los paros, pero quienes protestan le están haciendo mucho daño al país

Como pocas veces ha sucedido en la historia reciente de Colombia, una ola inusitada de protestas sociales, empresariales, gremiales y estudiantiles, ha recorrido el país económico desde muy temprano durante este 2013 que ya llega al segundo trimestre. Algunos levantamientos sociales tienen mucha razón por la coyuntura adversa que atraviesan sus negocios; otros por la falta de competitividad en un mercado globalizado, pero en general el hilo conductor de todas las huelgas tiene que ver con la falta de atención permanente de cada uno de los sectores por parte del Gobierno Nacional.

El mayor pecado del Gobierno Nacional es concentrarse mucho en los temas macro y descuidar la gestión micro. Lo que durante la anterior administración se le denominó la ‘micropolítica’ o las ‘microsoluciones’. Nadie duda de la capacidad de los actuales ministros, de su experiencia y conocimiento de los grandes temas. Pero es una realidad que el común denominador es su apatía por lo regional, por lo sectorial y por todo lo que tenga que ver con ejecución. El cargo de Ministro es muy importante no solo por el carácter del rótulo, sino porque es un rol muy ejecutivo en donde se ponen en juego las capacidades políticas y de concertación. Por supuesto, la química con la gente también es determinante.
Santos tiene en su gabinete a Mauricio Cárdenas (tres veces ministro); Juan Camilo Restrepo (tres veces ministro); Fernando Carrillo (dos veces); Federico Renjifo (dos veces ministro), Germán Vargas Lleras (dos veces ministro), entre otros jefes de carteras probos en gestiones y políticas públicas. Pero a casi todos se les nota desgano y falta de comunicación no solo entre ellos, sino con las comunidades. Para ser un buen ministro hay que viajar a Neiva, Popayán, Villavicencio o Riohacha (cualquier capital, ciudad o población del territorio colombiano) para anticiparse a los problemas, cualquiera sea el lugar en donde se estén cocinando situaciones críticas. El problema de Cerrejón, que tiene parada la mina de carbón más importante por 26 días; el paro cafetero, que competa ocho días de frenazo en el cultivo que representa el 8% del PIB; y la solucionada protesta camionera, pudieron haberse evitado si los ministros o sus colaboradores se hubiesen anticipado a esas situaciones.
No solo los ministros tienen problemas de comunicación y de presencia, claros pecados detrás de los paros. Los manifestantes también tienen pecados y son perjudicar al resto de colombianos. Se han dejado utilizar políticamente por la oposición, y lo peor es que pretenden capturar una buena parte de los impuestos y del presupuesto para solucionar problemas particulares de sectores específicos.