Editorial

Los pronósticos climáticos del Ideam

Gráfico LR

La entidad rectora de los datos climáticos o meteorológicos en Colombia deja mucho qué desear, hace poco anunció la inminencia del fenómeno de la niña; hay que modernizarla

Editorial

Pronosticar el clima con altos niveles de certeza es una asignatura probada con méritos en los países que tienen cuatro estaciones bien marcadas, que por lo general, son también economías desarrolladas que invierten en nuevas tecnologías, tienen satélites y se toman el cambio climático muy en serio.

En Colombia, la investigación climática y el responsable de saber del clima es el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, entidad de casi 30 años que cuenta con un presupuesto anual de escasos $98.000 millones, con presencia en todos los rincones del país y con más de 1.000 empleados, pero que en términos tecnológicos viven en el siglo XIX.

Todavía cuenta con proveedores de servicios que registran el nivel de los ríos con varas metálicas, tal como se hacía en la más absoluta ruralidad durante comienzos del siglo pasado. Cualquier aplicación de un teléfono celular de última generación acierta más en los pronósticos del clima que el Ideam, y no por mala fe, ni mucho menos, porque es una entidad crucial para el país, pero carece de importancia para los presupuestos de la Nación.

Su labor en pleno cambio climático y embriagados por los insistentes temas de sostenibilidad y conservación ambiental debería ser llevada a otro nivel de desarrollo. No solo nunca le pegan a la tendencia del clima, sino que cometen errores con meses, semanas, días de error; hace pocos meses se habló con insistencia de que el fenómeno de El Niño casi que empataría con el de La Niña, que las lluvias llegarían de manera anticipada y que los temores por racionamientos de agua y energía se esfumarían.

El Ideam es un formador de economía, pues sus datos tienen que impactar el precio del kilovatio por hora en la Bolsa de Energía; incluso los acueductos del país deberían mantener una relación científica muy estrecha con esta entidad a la que nadie le pone atención, ni ningún gobierno la apadrina como la punta de lanza del cambio climático.

Además de las hidroeléctricas, los acueductos y distritos de riesgo, los más afectados con los productores rurales, cafeteros, floricultores, bananeros, todos grandes exportadores que tienen que acudir aún al Almanaque Bristol o a sus celulares para poder acercarse a la realidad del clima.

El Ideam es una de las víctimas institucionales del Power Point de los funcionarios y el populismo climático del Ejecutivo; muchos funcionarios actuales se rasgan las vestiduras defendiendo las tesis del Gobierno Nacional sobre las actividades extractivas y su impacto en el calentamiento global; incluso, hay gran sobre actuación en los foros internacionales sobre el asunto de moda, pero en lo local a la hora de invertir, hacer alianzas con homólogos internacionales. Dar un salto científico en materia de investigación y pronósticos del clima, no ejecutan nada y el país queda al garete, sin conocimiento del caudal de los ríos, la frecuencia de las lluvias, la probabilidad de incendios, las altas o bajas temperaturas en pueblos y ciudades o la pérdida de nieve en las pocas montañas nevadas del Trópico.

Un país que sufre los extremos climáticos, inundaciones en invierno e incendios en verano, debería ponerle más bolas a su Instituto meteorológico para que no sea más el hazmerreír del clima y para que el sector agropecuario tenga un verdadero aliado para ser mucho más competitivo basado en las últimas tendencias de la inteligencia artificial aplicada a pronosticar temperaturas.

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