Editorial

Manejo del agua, también asunto de paz

El agua es un tema que aún no llega a la agenda de los problemas nacionales, pero es más crucial que cualquier otro

El agua es un tema que aún no llega a la agenda de los problemas nacionales, pero es más crucial que cualquier otro
Ayer en la tarde terminó en Santa Marta,  la reunión anual de Acodal, la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, un evento que le abrió los ojos al país político y económico sobre el crucial manejo del agua en la agenda temática a corto plazo. Después de la tierra, como punto arranque de la discusión de los diálogos en La Habana, es el agua el que actúa como hilo conductor de mucha de la incoformidad social que ha engendrado el crónico conflicto interno que desangra a Colombia desde hace cinco o seis décadas.
Hay cuatro puntos de partida que deben ser tenidos en cuenta para cualquier discusión nacional de cara al futuro: la tierra, la minería y el agua. Empecemos por la tierra que ha sido puesto de moda por los diálogos de paz porque ha sido el más explícito de los generadores de guerra. Colombia no posee una hoja de ruta sobre el manejo eficiente y competitivo de su inmenso hectareaje y todavía hay grandes áreas en donde la ley las hacen los colonizadores e impera la ley de la selva, y en el resto de la geografía no hay claridad sobre sus vocaciones. En buena hora que hay una reflexión de las zonas de reserva campesina, sobre el área cultivada, sobre el uso de la tierra y del deber ser de un país que puede ser una despensa para la región.
Recordemos que hace una década nadie le podía cuidado a la minería y que de tiempo para acá es el punto de atención de la economía, del orden público y de esperanza de muchas regiones. La actividad minera siempre ha existido, solo que ahora está en primer plano por los precios internacionales del oro, el carbón y el petróleo, entre otros, una coyuntura que ha destapado su situación caótica y la ha puesto como uno de los asuntos prioritarios, pero más problematizados del país.
En Acodal se dijo incluso que en Colombia podría haber un ministerio que se dedique exclusivamente al agua como autoridad necesaria para manejar el presente y el futuro de este preciado líquido. Una propuesta un tanto exótica, pero de una carga pesada en materia de discusión. Cuando se habla de tierra, siempre se termina en las cuencas y en los páramos; cuando el país se mete con la minería legal e ilegal, siempre se terminará hablando de agua, y obviamente cuando se llega a los problemas de miseria de los cordones urbanos de las grandes ciudades, siempre se tocará el servicio de saneamiento y agua.
Por donde quiera que arranque o termine un problema de Colombia se terminará en los terrenos del agua y no es descabellado que ese sea una asunto crucial para la agenda temática de cara al proceso electoral que se avecina y que no todo puede ser acaparado por la guerra y la paz. Y esta anhelada paz tiene que ver mucho con el agua.