Editorial

Manoseo en la venta de Isagén habla mal del país

<p>Un país con las arcas vacías se niega a vender una empresa que poco le aporta a todos los colombianos, pero sí se volvió un comodín político</p>

¿Quiénes son los beneficiados con la no venta de las acciones que tiene el Estado en la empresa de generación eléctrica Isagen? Todos los que siempre han hecho populismo económico con las privatizaciones y que han encontrado en el ‘santanderismo’ jurídico una manera de hacer oposición ciega sin importarle el daño que le hacen al país entero. ¿Dónde pesa más ese activo estatal, siendo la cuarta generadora del sistema eléctrico o invirtiendo esos activos en la necesaria infraestructura? Está claro, ese dinero debe ir a las vías de cuarta generación que tanto pide la competitividad nacional, pero la oposición por la oposición le está haciendo un profundo daño a la actual coyuntura económica.

¿De qué le sirve Isagen a la inmensa mayoría de los colombianos? De muy poco, pues sus transferencias a las arcas estatales son tan pocas que se diluyen en el recortado presupuesto nacional. No estamos hablando de Ecopetrol, hablamos de una empresa de media tabla capturada por intereses regionales y administrada como si fuera un activo de unos cuantos a quienes no les importa el resto del país. Habla muy mal de la seguridad jurídica y económica que ya se haya intentado dos veces vender ese 57% que el Estado tiene en esa empresa y no se haya logrado por cientos de leguleyadas sin fundamento profundo. Isagen seguramente se venderá en uno o dos meses o tres o cinco años; todos los últimos gobiernos han querido hacerlo, pero el lobee regional y politiquero ha sabido mantener ese activo que necesita de millonarias inversiones para poder competirle de tu a tu a los verdaderos generadores de energía como EPM.

Hay verdaderos ganadores del manoseo a la venta de Isagen, que no son ni siquiera posiciones ideológicas contra el neoliberalismo, sino actitudes mezquinas, regionalistas y sectarias que se han dedicado a perjudicar el desarrollo de la infraestructura vial de todo el territorio nacional. Pasarán varias semanas hasta que los altos tribunales vuelvan a referirse al tema, mientras tanto la imagen del Ministerio de Hacienda, abanderado de esa venta, queda muy mal con las empresas que han visitado para que le apuesten al sector energético colombiano.

Colombia es un su estado de derecho debe zanjar la situación más temprano que tarde, pero no quedará bien parado en su proceso de enajenación de algunos activos no tan productivos frente a los inversionistas internacionales. De momento, los colombianos mantendremos la participación que el Estado tiene en Isagen, esperando a que esa empresa alguna vez sea de primera línea en el sector energético o que represente un papel importante en la Bolsa de Valores, pero entre tanto no habrá dinero para carreteras y los empresarios seguirán quejándose de la falta de competitividad de nuestras vías. Ojalá los expertos jurídicos de Hacienda logren avanzar en el proceso nuevamente y taponar nuevos intentos de parar la necesaria venta.