Editorial

Más atención a lo que dicen las cifras

Los últimos resultados de la economía colombiana son más agrios que dulces y deben analizarse desde esa perspectiva

Los últimos resultados de la economía colombiana son más agrios que dulces y deben analizarse desde esa perspectiva

A la economía no le fue bien en el primer trimestre: una tasa de crecimiento de 2,8% frente al mismo periodo del año anterior, es la tasa más baja de los últimos tres trimestres y la confirmación de una tendencia descendente desde el segundo semestre de 2011. Pero hay quienes afirman que la situación estaba prevista y en un gesto más publicitario que técnico, pretenden restarle importancia y resaltar que se ha acertado en la cifra baja, lo cual no deja de ser intrascendente. 
Pero además, se quiere minimizar el significado de lo ocurrido alegando que para el segundo trimestre desaparecerán los factores que  afectaron a la economía en los primeros meses. Puede que ello sea cierto y todos queremos que en efecto suceda, pero la realidad es que todavía no hay una evidencia contundente acerca de ese cambio de tendencia. En ese orden, debe hacerse un ejercicio serio sobre la realidad de lo que le está ocurriendo a la economía y las cifras publicadas por el Dane permiten ese análisis y de otra parte observar el impacto que sobre el país tiene el manejo que se le está dando a la economía por parte de las economías desarrolladas.
Sobre el comportamiento del PIB en el periodo enero-marzo, hay varios asuntos que merecen atención. El primero y más importante, es que con excepción de la construcción, ningún sector muestra una tasa de crecimiento significativa y más bien es generalizada el bajo registro, incluyendo al comercio y al sector financiero que desde hace bastante tiempo estaban presentando tasas sobresalientes.
Un segundo factor a tener en cuenta es la confirmación de la difícil situación que atraviesa la industria manufacturera de una clara demostración de que el modelo industrial del país tiene problemas estructurales que merecen un completo estudio. Pero hay algo más que no merece pasarse por alto: el pobre desempleo de la minería, una de las locomotoras del desarrollo y sobre la cual se había generado unas grandes expectativas.
De un lado, se ha dado una reducción de los precios internacionales del petróleo y los metales, que llevan a un replanteamiento de algunos proyectos y aplazamiento de algunas inversiones. Esto se comprueba en una reducción de los montos de inversión extranjera que están llegando al país.
Adicionalmente, esa revisión de los planes mineros está ligado al ambiente desfavorable que se está manifestando, ya sea por la indefinición en la toma de decisiones y permisos en importantes proyectos mineros y petroleros, así como los atentados terroristas sobre la infraestructura energética. Finalmente, la decisión de la Reserva Federal de comenzar a restarle liquidez a la economía de Estados Unidos merece un capítulo aparte, más allá del primer efecto expresado en una aceleración del precio de la divisa.